Ghosts of War (2020)

“Ghosts of War” es una película que, en lugar de buscar la grandilocuencia del cine de guerra convencional, opta por un terror psicológico sutil pero inquietante, aprovechando al máximo la atmósfera opresiva de un castillo francés devastado por la Segunda Guerra Mundial. El director, Matthew P. Dougherty, demuestra una notable habilidad para construir una tensión palpable, no a través de sustos fáciles y efectos especiales grandiosos, sino mediante la sugestión y la sugestión constante de la presencia de algo siniestro, algo que se filtra en los pensamientos y las percepciones de los soldados.

La película se centra en un escuadrón estadounidense que, tras la rendición de la ciudad donde se encuentran, se ven asignados a un castillo que, según las autoridades, fue un campo de concentración nazi. Sin embargo, pronto descubren que el edificio está habitado por fantasmas, no los espectros heroicos y liberadores que se esperaban, sino entidades atormentadas por el horror y la muerte que experimentaron en el lugar. La película no se centra en la acción bélica, sino en la gradual desintegración mental de los soldados, atrapados en un ciclo de paranoia, alucinaciones y recuerdos fragmentados. La ambientación, crucial en esta narrativa, es impecable. Los vestigios de la guerra en el castillo, la humedad, la penumbra, el sonido constante de goteo... todo contribuye a una sensación de incomodidad y amenaza latente.

Las actuaciones son sólidas, lideradas por el veterano Joe Sperber, que ofrece una interpretación convincente de un sargento atormentado por su pasado. El resto del elenco secundario también cumple, aunque se les ve a veces limitados por el enfoque del guion. La película se esfuerza por mostrar las consecuencias psicológicas del conflicto, no solo los efectos visibles de la batalla. Se explora la culpa, el trauma, la pérdida y la dificultad de retornar a la normalidad después de presenciar tanta violencia. Sin embargo, el guion, en ocasiones, sacrifica la coherencia por la atmósfera, introduciendo ciertas situaciones que parecen forzadas para mantener el tono de terror psicológico.

La dirección artística es, sin duda, el punto fuerte de la película. La fotografía, de un gris intenso y opresivo, es magistral, y la banda sonora, compuesta por Colin Stetson, es inquietante y minimalista, amplificando la sensación de claustrofobia y desesperación. La película no pretende ser una historia fácil de digerir; es una experiencia cinematográfica contemplativa, que invita a reflexionar sobre el costo humano de la guerra, incluso después de que la batalla haya terminado. “Ghosts of War” se beneficia de su relativa oscuridad y falta de pretensiones, ofreciendo una reflexión honesta y perturbadora sobre el legado del conflicto. Si buscas un terror que se filtre en tu mente y te deje con una sensación persistente de inquietud, esta película es una buena elección. No es un espectáculo de acción, sino una exploración oscura de la mente humana y los horrores del pasado. Su ambigüedad, aunque a veces confusa, es su mayor fortaleza.

Nota: 7/10