Girlfight (2000)

“Girlfight” (2000) no es una película que se olvida fácilmente. Amanda Bynes, en una de sus interpretaciones más memorables, despliega una energía visceral y un carisma desarmante en el papel de Diana Guzmán, una joven marginada de Brooklyn que encuentra una válvula de escape en el mundo brutal del boxeo. La película, dirigida con una agresividad controlada por Lou Manton, no busca la espectacularidad convencional de los films de acción, sino que se centra en la desesperación, la soledad y el anhelo de identidad de su protagonista. El resultado es una experiencia cinematográfica visceral y sorprendentemente potente.

La película se construye en torno a la dualidad de Diana: una adolescente rebelde y problemática que se enfrenta a un pasado oscuro, y una luchadora implacable en el ring. Manton logra un equilibrio delicado entre la comedia y la tragedia, empleando una paleta de colores saturados y una banda sonora punk rock que refuerzan la sensación de urgencia y el ritmo frenético de la narrativa. Diana, lejos de ser una heroína cliché, es un personaje profundamente humano y, a menudo, entrañable, a pesar de sus errores y su comportamiento autodestructivo. Bynes, con su entrega apasionada, se encarga de transmitir esa complejidad, mostrando una vulnerabilidad genuina que invita a la empatía del espectador.

El guion, co-escrito por Manton y Bynes, es inteligente y audaz. Evita caer en clichés del género y se atreve a explorar temas como la violencia, el abuso emocional y la búsqueda de la redención. La película no explica explícitamente el pasado de Diana, dejando la puerta abierta a la interpretación del espectador, lo que contribuye a su resonancia emocional. Las escenas de boxeo, filmadas con una intensidad impresionante, no son simplemente batallas coreografiadas; son metáforas visuales que reflejan la lucha interna de la protagonista y su determinación por escapar de su destino. La relación entre Diana y su hermano, Max (Riz Ahmed), es otro pilar fundamental de la película, mostrando una dinámica familiar compleja y marcada por el resentimiento, pero también por un profundo amor y respeto.

Además, la dirección de Manton es notable por su estilo particular. Utiliza planos cortos y encuadres dinámicos, con un ritmo que imita la intensidad de la acción. La película no rehúye la violencia, pero tampoco la glorifica; la presenta como una herramienta de supervivencia, un medio para recuperar el control de tu propia vida. La película también destaca por la fotografía de Peter Deming, que captura la atmósfera cruda y realista de Brooklyn, así como la belleza melancólica de sus personajes. “Girlfight” no es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica poderosa y conmovedora que permanece en la memoria mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 8/10