Girlhood (2014)

‘Girlhood’ no es simplemente una película, es una experiencia visceral. Chantal Mouffe y Lucie Caron, a través de una visión cinematográfica austera pero profundamente humana, nos presentan la historia de Marieme, una joven senegalesa que se encuentra atrapada en una red de prohibiciones que definen su vida en el banquillo de la escuela de un barrio de París. La película se resiste a ofrecer soluciones fáciles y, en cambio, se adentra con valentía en la complejidad de la adolescencia, la influencia del entorno y la búsqueda de la propia identidad.

La dirección de Mouffe es magistral. Su trabajo se caracteriza por una economía visual impresionante, utilizando la cámara en movimiento de manera fluida y natural, permitiéndonos sentirnos parte del mundo de Marieme. La fotografía, en tonos grises y azules, contribuye a crear una atmósfera de melancolía y opresión. Sin embargo, en los momentos de efervescencia con el grupo de chicas, la paleta se expande con colores vibrantes, subrayando la liberación y la posibilidad de ser. Este control del color y el ritmo es un testimonio de la sensibilidad y el control que Mouffe ejerce sobre la narrativa.

La interpretación de Adèle Haenel como Marieme (y posteriormente Vic) es verdaderamente conmovedora. Haenel ofrece una actuación sutil pero increíblemente poderosa, transmitiendo la frustración, la vulnerabilidad y, finalmente, el coraje de una joven que se niega a ser definida por las circunstancias. Su evolución a lo largo de la película es gradual y creíble. No es un cambio abrupto, sino un proceso de internalización de nuevas reglas y la aceptación de una nueva vida, con sus propios riesgos y recompensas. La química entre Haenel y el resto del elenco femenino es palpable, generando un sentido de pertenencia y complicidad que es fundamental para la fuerza emocional de la película.

El guion, co-escrito por Mouffe, Caron y Safia El Haddad, se centra en la realidad de las jóvenes que crecen en entornos marginales, abordando temas como la violencia, la discriminación, la pobreza y la falta de oportunidades. Sin embargo, la película no cae en la mera representación o la víctima pasiva. En cambio, le da voz a estas jóvenes, mostrando su inteligencia, su humor y su capacidad para resistir y transformar su propio destino. La película no juzga, sino que observa y, con una gran dosis de empatía, nos presenta un retrato honesto y sin adornos de la vida de estas chicas. Es una película que te hace pensar y, sobre todo, te hace sentir. ‘Girlhood’ no ofrece respuestas fáciles, pero sí nos invita a cuestionar las estructuras que limitan a nuestras vidas y a luchar por la libertad.

Nota: 8.5/10