Glitter (2001)

“Glitter” es un título que, con la retrospectiva del tiempo, evoca tanto nostalgia como una cierta decepción. La película, protagonizada por la innegable estrella de la canción Mariah Carey, es una suerte de fábula pop sobre el precio del éxito, un tema que, a pesar de ser tratado con cierta superficialidad, aún conserva una resonancia interesante. Carey, en el papel de Billie Frank, encarna una ambición feroz, impulsada por el deseo de romper con las barranzas de su pasado y alcanzar la cima del estrellato musical. Su interpretación, sin embargo, se ve a menudo eclipsada por el exceso de maquillaje y la dirección que parece más preocupada por el ‘look’ que por la profundidad del personaje.

La dirección de Michael Hoffman, a menudo asociada a comedias románticas, resulta un poco torpe en el género musical. Se nota un intento de emular el glamour de Hollywood, pero la película carece de la vitalidad y la energía que caracterizan a las películas musicales más exitosas de la época. La coreografía es competente, pero carece de innovación y las escenas musicales, aunque bellas en la pantalla, no logran cautivar realmente. La banda sonora, compuesta por Timbaland y Stephen Lassard, es decente, con algunas canciones pegadizas que recuerdan a los éxitos de Carey, pero en general no aporta suficiente sustancia a la narrativa.

El guion, adaptado de una obra teatral, es el punto más débil de la película. Es predecible, lleno de clichés del género melodrama y carente de una verdadera complejidad. Los personajes secundarios, interpretados por actores como Scarlett Johansson y Eric Balfour, son unidimensionales y las relaciones se desarrollan de una forma tan forzada que resulta difícil generar empatía. La trama se centra en un triángulo amoroso, en un esquema familiar tóxico y en la traición corporativa, todos elementos que ya han sido explorados con mayor profundidad y sofisticación en otras películas. Se intenta generar un drama palpable, pero la falta de desarrollo de los personajes hace que las escenas de conflicto sean poco convincentes.

A pesar de sus fallas, “Glitter” no es una película que se pueda descartar por completo. Mariah Carey, como se esperaba, aporta su innegable presencia escénica y su talento vocal, aunque su actuación se vea limitada por la dirección. La película ofrece un breve vistazo a la glamorosa, pero también a la dura realidad que implica la industria musical. Y, en cierto modo, esta ambivalencia - la promesa de brillo y el inevitable declive - es el tema central que merece la pena reflexionar. El hecho de que Carey haya elegido protagonizar este proyecto, a pesar de sus posibles riesgos, demuestra su voluntad de experimentar y desafiar las expectativas.

Nota: 5/10