Gloria (2013)

“Gloria” es, ante todo, una película sobre la soledad, no solo la tangible de un corazón roto, sino la silenciosa y omnipresente soledad que puede impregnar incluso una vida que parece rebosar de actividad. La película de León Velasco no busca glamurosos clichés sobre la vejez ni melodramas fáciles. En su lugar, nos presenta a Gloria, interpretada con una vulnerabilidad absoluta por Cecilia Roth, una mujer de 58 años que, a pesar de llenarse las tardes de clases de cerámica y los fines de semana de fiestas para solteros, se encuentra en un vacío existencial que la desespera. Roth, lejos de recurrir a un dramatismo exagerado, construye a Gloria como una mujer frágil, pero con una chispa de rebeldía que la lleva a buscar refugio en el frenesí de las citas, una estrategia que, inevitablemente, la expone a la desilusión.

La dirección de Velasco es precisa y, en ocasiones, sutilmente perturbadora. No se apoya en imágenes grandilocuentes, sino en la observación detallada de la cotidianidad de Gloria, en los pequeños gestos que revelan su incomodidad y su anhelo. La película se mueve con un ritmo pausado que, si bien puede resultar lento para algunos espectadores, es esencial para entender la progresiva inmersión de Gloria en la relación con Rodolfo, interpretado por José Luis Cifuentes. Este último, un hombre atrapado en el síndrome del padre controlador, no busca conquistar a Gloria, sino dominarla, y su obsesión se revela como una amenaza real para la salud emocional de la protagonista. La película no juzga; simplemente muestra las consecuencias de un amor enfermizo, un amor que se alimenta de la necesidad de control y la incapacidad de dejar ir.

El guion, adaptado de la obra teatral del mismo nombre de Juan Mayorga, es inteligente y evita la sentimentalidad gratuita. La complejidad de la relación entre Gloria y Rodolfo reside en la ambigüedad moral de ambos personajes. No hay héroes ni villanos claros, solo dos personas que se buscan mutuamente en un intento desesperado de llenar un vacío interior. El diálogo es natural y creíble, y las escenas de diálogo, especialmente las que se desarrollan en el hogar de Rodolfo, están cargadas de tensión psicológica. La película, en su esencia, plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del amor, la vejez y la búsqueda de sentido en la vida.

La actuación de Cecilia Roth es, sin duda, el corazón de la película. Logra transmitir con una lucidez asombrosa la mezcla de vulnerabilidad, determinación y desesperación de Gloria. Su actuación no es grandilocuente, sino profundamente humana y emotiva. José Luis Cifuentes complementa a la perfección su interpretación, ofreciendo una representación creíble y perturbadora del personaje de Rodolfo. La película, en definitiva, es un retrato complejo y conmovedor de una mujer que se enfrenta a su propia mortalidad y a la crueldad de la vida.

Nota: 8/10