“Godard Cinema” no es un biopic tradicional, ni siquiera un retrato biográfico en el sentido más amplio. Es un acto de intimidad –aunque sea una intimidad selectiva y cuidadosamente construida– con un hombre, Jean-Luc Godard, un genio que, paradójicamente, se ha convertido en un objeto de fascinación y, a veces, de exasperación. La película de Claire Simon se inclina por la búsqueda de la vulnerabilidad detrás de la máscara del cineasta rebelde, del intelectual alocado, del provocador y del iconoclasta. Y lo hace con una honestidad sorprendente, evitando la glorificación y enfocándose en el terreno de las dudas, las frustraciones y los recuerdos.
La dirección de Claire Simon es sutil pero poderosa. No se trata de un despliegue de grandilocuencia, sino de un cuidado metódico en la composición, en la selección de planos, en el ritmo pausado. Simon no busca llenar cada minuto con imágenes impactantes, sino que utiliza el silencio, las transiciones lentas y la belleza de los detalles para evocar la atmósfera de la época y el estado mental de Godard. La película se nutre de material de archivo –entrevistas, fragmentos de películas, imágenes de su vida personal– y Simon lo integra de forma orgánica, creando un collage que respeta su memoria y al mismo tiempo lo rescata del culto de la personalidad.
El film no pretende ofrecer una biografía completa. En cambio, se centra en los últimos años de Godard, la década de los 90, un período de crisis personal y profesional. La película explora su divorcio, su lucha contra la enfermedad y su desafección por el cine. La fotografía, en gran parte realizada con material de archivo, es evocadora. Captura la luz tenue de sus apartamentos, la melancolía de sus miradas y la fragilidad de su cuerpo. Sin embargo, la película evita caer en la sentimentalidad fácil, ofreciendo una visión crítica y a menudo amarga de la vida de Godard.
Las actuaciones son mínimas, ya que la película se apoya en la voz en off de Godard, grabada años antes de su muerte. Su voz, a menudo rota y llena de dudas, es la voz de la memoria, del artista que reflexiona sobre su vida y su obra. Esta elección narrativa es fundamental. Godard no se explica, no se justifica. Simplemente relata, observa, juzga. El guion, fruto de la investigación de Simon y de los propios recuerdos de Godard, es un entramado complejo de asociaciones, de fragmentos de conversaciones, de imágenes inquietantes. No es una película fácil de digerir, pero es una película que obliga a la reflexión, que cuestiona nuestra propia concepción del cine y del arte.
“Godard Cinema” no es un triunfo cinematográfico en el sentido tradicional. Es un ejercicio de memoria, una exploración de la psique de un hombre atormentado, un cineasta que se reinventó a sí mismo una y otra vez. Es un retrato imperfecto, pero profundamente honesto, que nos invita a ver a Godard no como un mito, sino como un ser humano complejo y contradictorio.
Nota: 7/10