Golpe por golpe (1981)

“Golpe por golpe” (Hard Target) no es una obra maestra, ni siquiera un ejemplo particularmente brillante del género de acción de los 80. Sin embargo, lo que la convierte en una película que merece la pena recordar, y en un punto de referencia para la explosión de violencia que definió la década, es la pura y brutal intensidad con la que entrega su premisa: un ex-policía, Sean Kane, interpretado magistralmente por Chuck Norris, se ve obligado a volver a la violencia para proteger a una mujer que ha puesto su vida en peligro. Norris, en su mejor momento, personifica a Kane como un hombre que ha abandonado la ley, pero que, en el fondo, sigue impulsado por un sentido del honor retorcido y una fuerza inigualable.

La dirección de Richard Donner, aunque carente de cualquier sofisticación estilística, se centra en la acción pura y directa. No se anda con rodeos, lo que es precisamente lo que le pide el guion, que, a pesar de su trama relativamente simple –un asunto de drogas, chantaje y venganza–, se mantiene tenso y constante. Donner se permite un cierto virtuosismo en la coreografía de las escenas de lucha, donde la fuerza física de Norris es puesta al servicio de un ballet de violencia que, aunque a veces exagerado, es entretenido y visualmente impactante. No se busca una explicación profunda de la motivación de los personajes; se ofrece una situación y se deja que el espectador disfrute del espectáculo.

Las actuaciones secundarias son, en general, sólidas. Jean-Claude Van Damme, en un papel que le permite mostrar su propia destreza física, aporta un contrapunto interesante a la implacabilidad de Norris. Sin embargo, el personaje de Van Damme, como suele suceder, queda relegado a un papel de antagonista más que de protagonista, lo que es una lástima. La interpretación de Susan Dey como Linda, aunque convencional, cumple su función, y la presencia de Bill Paxton como el brutal “Doberman” ofrece un alivio cómico ocasional, aunque la escena en la que él baila la macarena es, sin duda, uno de los momentos más memorables de la película.

No obstante, la película tiene sus defectos. El guion, aunque funcional para el ritmo frenético de la acción, presenta algunos diálogos forzados y convencionales. La trama, aunque efectiva en su planteamiento, carece de profundidad y, en ocasiones, recurre a clichés del género. La cinematografía, típica de la época, es funcional pero no particularmente destacable. A pesar de ello, “Golpe por golpe” se sostiene gracias a la química entre Norris y Van Damme y, sobre todo, a la entrega total de ambos actores en las escenas de acción. Es una película que no pretende ser mucho más que un revuelo explosivo, y en ese sentido, cumple su cometido con notable éxito.

Nota: 7/10