Good Kill (2015)

“Good Kill” es un thriller de acción y suspense que, aunque no logra revolucionar el género, ofrece una experiencia tensa y moralmente ambigua que invita a la reflexión. La película, dirigida por Baltasar Kormún, no se limita a presentar la guerra como un espectáculo de explosiones y persecuciones; en cambio, se centra en las consecuencias psicológicas y éticas de la guerra moderna, específicamente el uso de drones para llevar a cabo ataques precisos – o eso se supone – en zonas de conflicto. La película explora la desconexión entre el piloto y el objetivo, la lejanía entre el “diseño” del ataque y la brutal realidad de la vida y la muerte.

La trama, centrada en Jake Brigance (Ethan Hawke), un piloto de drones atormentado por su pasado y la inacción de su unidad, resulta ser la principal fuerza motora de la historia. Hawke ofrece una actuación convincente, transmitiendo con maestría la creciente angustia y el conflicto interno de su personaje. Su Jake Brigance es un hombre que, a pesar de su entrenamiento y su deber, se enfrenta a la disonancia entre lo que sabe que hace y lo que cree que debería hacer. El resto del reparto, incluyendo a Bruce Dern como el sereno que le insta a cuestionar su trabajo, complementa el trabajo de Hawke con personajes sólidos y con motivaciones comprensibles, aunque a veces estilizadas. El antagonista, interpretado por Ramón Santiago, es un villano efectivo, aunque carente de profundidad, cuyo papel sirve principalmente para catalizar la crisis moral de Jake. Es notable la actuación de Dern, que aporta una presencia imponente y un peso moral importante al personaje.

La dirección de Kormún es deliberada y metódica. La película no se apresura a mostrar la acción, sino que se concentra en la construcción del personaje y en el desarrollo de la tensión psicológica. El uso de la fotografía es sobrio y realista, empleando una paleta de colores apagados que refuerza la sensación de desolación y aislamiento. La banda sonora, compuesta por Jóhann Jóhannsson, es particularmente efectiva, con melodías inquietantes y disonantes que reflejan el estado mental de Jake. Sin embargo, el ritmo puede resultar un poco lento para algunos espectadores, especialmente en la primera mitad de la película. La película se centra en la complejidad interna del protagonista, sacrificando, en cierta medida, el espectáculo visual habitual del género.

En cuanto al guion, aunque la trama se desarrolla de manera lógica y coherente, se siente cierto nerviosismo en algunas de las escenas de acción. El despliegue de la tecnología y las secuencias de ataque, aunque técnicamente bien logradas, se sienten un tanto artificiales, perdiendo parte de su impacto emocional. La exploración de la moralidad es, sin duda, el punto fuerte del guion. Se plantea preguntas incómodas sobre la responsabilidad, la justicia y la naturaleza de la guerra. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que presenta al espectador con dilemas morales que lo obligan a reflexionar sobre el papel del individuo en un sistema que a menudo parece deshumanizado. La película, a pesar de sus fallos, logra, en última instancia, generar un impacto duradero gracias a la fuerza de sus temas y la sólida actuación de Ethan Hawke.

Nota: 7/10