Good Morning, Babilonia (1987)

“Good Morning, Babilonia” es un fresco retrato de la ambición, el desarraigo y la fragilidad del sueño americano, una película que, si bien no alcanza la grandeza de algunas de sus contemporáneas, sí merece la pena ser vista por su atmósfera evocadora y la sutil complejidad de sus personajes. Dirigida por Andrew Nicol, la película se adentra en los albores de Hollywood, utilizando la Primera Guerra Mundial como catalizador para explorar la vida de dos hermanos italianos que, en busca de una nueva vida, se ven atrapados en la maquinaria despiadada de la industria cinematográfica.

Nicol consigue recrear con maestría la atmósfera de Babilonia, ese Hollywood bullicioso y lleno de promesas incumplidas. La película no se enfoca en la glamurosa superficie de la industria, sino en los trabajos manuales, los decoradores, los ingenieros que hacen posible el espectáculo. La fotografía de Jasper Wolf es exquisita, con una paleta de colores cálidos y una iluminación que resalta la decadencia de los sets y la belleza contrastante de las actrices. La banda sonora, compuesta por Nicholas Britell, es elegante y melancólica, complementando a la perfección la narrativa visual.

El guion, escrito por Nicol y el actor principal, Ewan McGregor, se basa en una historia sencilla pero bien contada. La relación entre los hermanos Nicola y Andrea es el corazón de la película. Ethan Hawke, en el papel de Andrea, ofrece una actuación magistralmente contenida, transmitiendo la frustración y la desesperación de un hombre atrapado en una vida que no eligió. Sin embargo, la película a veces tropieza con el desarrollo de los personajes secundarios, especialmente de las actrices con las que los hermanos se casan. Si bien su belleza es innegable, sus motivaciones y sus personalidades se sienten un tanto planas y unidimensionales, reduciéndolas a arquetipos de la época.

La película explora con cuidado la difícil decisión que enfrentan los hermanos: al luchar en bandos opuestos de la guerra, se ven obligados a renunciar a su amor y a su propia identidad. La tensión entre sus lealtades y sus sentimientos es palpable, y la película logra transmitir la angustia de un hombre dividido por la guerra y por el amor. La forma en que se explora el impacto de la guerra en la vida de los personajes, no con heroísmos grandilocuentes sino con la crudeza de la experiencia personal, es un punto fuerte de la película. "Good Morning, Babilonia" no busca la espectacularidad, sino la introspección, ofreciendo una mirada sutil y perspicaz sobre un período clave de la historia de Hollywood y la condición humana.

Nota: 7/10