“Goofy e hijo” (Goof Troop), la película de Disney de 1995, es mucho más que una simple comedia familiar. Si bien su premisa inicial parece un cliché –un padre intenta inculcar una afición a su hijo, quien prefiere una cita romántica– la película se revela como una fábula sobre la aceptación, el legado y la importancia de valorar las pequeñas cosas. Disney, en su habitual apuesta por el entretenimiento accesible, logra construir una historia que, a pesar de su formato, posee una profundidad inesperada.
La dirección de Ron Clements y John Musker, veteranos de “La Sirenita” y “Aladdin”, se muestra segura y dinámica. La película se mueve entre la comedia física, muy presente en las payasadas de Goofy, y momentos de ternura y reflexión. La coreografía de las escenas de persecución con los zorros, por ejemplo, es ingeniosa y visualmente atractiva, demostrando la habilidad del equipo para equilibrar el ritmo y el humor. Sin embargo, podría argumentarse que la dirección a veces recurre a fórmulas demasiado conocidas, intentando replicar el éxito de otras películas de Disney, aunque la ejecución es generalmente sólida.
Las actuaciones son, en gran medida, un punto fuerte de la película. Chuck Jones, como Goofy, ofrece una interpretación memorable. Su torpeza física y sus intentos desesperados por conectar con su hijo Max son hilarantes, pero también transmiten una vulnerabilidad y un amor paterno genuinos. Justin Long, en el papel de Max, aporta una frescura y un ingenio que contrastan perfectamente con la exageración de Goofy. Su personaje evoluciona a lo largo de la película, aprendiendo a valorar la compañía de su padre y a reconocer su propio valor. La química entre los dos actores es palpable, otorgando credibilidad a la relación que se desarrolla entre ellos.
El guion, aunque no particularmente innovador, es efectivo en su planteamiento. La trama, centrada en la búsqueda de Max, se complica con la aparición de un extraño y la amenaza de los zorros, lo que añade tensión y suspense a la comedia. La historia, en esencia, es simple: un hijo que busca escapar de la influencia de su padre, y un padre que intenta demostrarle lo valioso que es. Sin embargo, el guion logra transmitir mensajes importantes sobre la familia, la aceptación de uno mismo y la búsqueda de la felicidad. Los diálogos, a veces más tontos que ingeniosos, contribuyen a la atmósfera general de humor, sin perder el respeto por la audiencia.
En definitiva, “Goofy e hijo” es una comedia familiar agradable y entretenida que ofrece más que un simple entretenimiento. Es una historia sobre el amor incondicional, la aceptación y la importancia de las relaciones familiares. A pesar de algunos momentos predecibles, la película logra conectar con el público gracias a su humor, sus personajes entrañables y su mensaje positivo. Disney ha sabido crear una película que es perfecta para ver con toda la familia y que, con el paso del tiempo, sigue siendo un clásico del género.
Nota: 7.5/10