Gook (2017)

“Gook” no es una película que te impacta desde el primer minuto, sino que se filtra en tu consciencia como la lenta erosión de una pared por la persistente lluvia. Dirigida por Justin Chon, la película no busca la grandilocuencia ni el melodrama gratuito, sino la visceralidad de un momento en la historia de Estados Unidos, la noche de los disturbios de Los Ángeles de 1992. Y lo hace con una autenticidad brutal y sorprendente, gracias en gran parte a la dirección meticulosa de Chon, quien evita caer en estereotipos y se enfoca en la vida cotidiana de un pequeño negocio familiar en un entorno de creciente tensión.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Justin Chon, que además es uno de los guionistas, ofrece una interpretación natural y llena de matices como Eli, un hombre atrapado entre la frustración de la vida y la necesidad de proteger a su hermano. Lee Byung Hun, en el papel de Daniel, aporta una vulnerabilidad inquietante, un silencio que habla más que mil palabras. Pero es Simone Baker, como Kamilla, la joven coreano-americana, la que realmente roba la película. Su interpretación es delicada y conmovedora, capturando la inocencia de la infancia en medio de un caos que no comprende. La relación que se establece entre Kamilla y los hermanos Chon es el corazón de la película, un vínculo improvisado y profundamente humano en un mundo que parece estar desmoronándose.

El guion de Chon y Steven Laaken es brillante en su sencillez. No intenta resolver todos los misterios de la vida ni ofrecer respuestas fáciles. En cambio, se concentra en los pequeños momentos, en las conversaciones cotidianas, en las miradas compartidas. La película se construye lentamente, a través de la repetición y la sugerencia. Se siente como una fotografía instantánea, un fragmento de una noche que nunca se olvida. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, contribuye a la atmósfera de tensión y melancolía que impregna la película. La película utiliza el contexto histórico de los disturbios como telón de fondo para explorar temas universales como la identidad, la familia, la pérdida y la búsqueda de un lugar en el mundo. No rehúye las dificultades económicas, la discriminación y la sensación de desarraigo que sufren los coreano-americanos.

“Gook” no es una película fácil de ver, ni tampoco busca serlo. Es una película incómoda, honesta y profundamente emotiva. Es un retrato de un momento histórico a través de las vidas de cuatro personas ordinarias, pero que se convierte en algo extraordinario. Es una película que te hace reflexionar sobre la fragilidad de la paz y la importancia de la conexión humana. Más allá de la acción y el caos que se desarrolla en la pantalla, reside una historia sobre el poder de la familia y la búsqueda de la identidad en un mundo en constante cambio.

Nota: 8.5/10