Grace de Mónaco (2014)

“Grace de Mónaco” no es simplemente una biografía; es un estudio de personaje meticuloso que nos sumerge en la transición de una estrella de Hollywood, Grace Kelly, a una figura real, la Princesa Gracia de Mónaco. Olivier Nakache y Éric Forest, en su primera incursión en el largometraje, demuestran una habilidad sorprendente para retratar el momento crucial de la vida de la princesa, un punto de inflexión que transforma radicalmente su identidad y su destino. La película no se centra en los glamour y la fama que la precedieron, sino que se adentra en la complejidad emocional y las motivaciones que la impulsaron a dejar atrás el brillo de Hollywood para abrazar una vida de servicio y responsabilidad.

Natalie Portman ofrece una interpretación visceral y profundamente conmovedora de Grace Kelly. Su actuación va más allá de la mera imitación física, que es innegablemente impecable. Portman captura la vulnerabilidad, la inteligencia y la determinación de la princesa, transmitiendo la introspección silenciosa que la define. La química entre Portman y Keira Knightley, quien interpreta a la Princesa Rainier, es notable y crea una dinámica de poder y afecto que es la columna vertebral emocional de la película. Knightley, por su parte, equilibra la fragilidad inherente a la figura real con una sorprendente firmeza y dignidad, mostrando un arco de personaje sutil pero poderoso.

La dirección de Nakache y Forest es elegante y precisa. La película evoca la atmósfera de la época, utilizando la luz natural y la fotografía para recrear el lujo y la atmósfera de Mónaco en los años 50. Sin embargo, a menudo el ritmo se ralentiza, especialmente durante las escenas más largas de diálogo, lo que puede resultar un poco pesado para el espectador. No obstante, la película logra transmitir la tensión política y la inestabilidad económica que rodeaban el principado, elementos cruciales para entender la decisión de Grace de casarse. El guion, aunque robusto en su exploración del personaje, no siempre alcanza la profundidad que merece. Hay momentos en que se siente como si faltaran detalles, y algunos de los diálogos se sienten un tanto artificiales, sacrificando la autenticidad por el interés narrativo.

El vestuario y la puesta en escena son exquisitos, reflejando el estatus y el glamour de la época, pero sin caer en la ostentación innecesaria. La película se centra en el viaje interior de Grace, su búsqueda de un propósito más allá de la fama y la fortuna, un tema universal que resuena con el espectador. La película, al final, nos ofrece una visión matizada de la princesa, alejándose de la imagen idealizada que a menudo se le atribuye, y revelando una mujer compleja, inteligente y decidida a encontrar su lugar en el mundo. Es un retrato respetuoso, aunque quizás un poco demasiado centrado en los aspectos emocionales y menos en el análisis político y social del momento.

Nota: 7/10