Gracie (2007)

“Gracie” es una película sorprendentemente potente, que se aferra a la lucha por la inclusión y la fuerza interior con una honestidad refrescante. Dirigida por el novato Martín Corber, la película no se presenta como un melodrama deportivo convencional, sino como una exploración realista y emocionalmente resonante de un cambio social en marcha y sus consecuencias personales. La historia, centrada en Gracie Bowen (una impecable Jenna Ortega), una adolescente de Nueva Jersey ambiciosa y decidida, es cautivadora desde el principio, no tanto por la trama en sí, sino por la autenticidad con la que se presenta la dinámica familiar y la barrera de expectativas impuesta a las mujeres en el deporte.

Ortega ofrece una actuación magistral. Llama la atención su capacidad para transmitir la frustración contenida, la determinación implacable y la vulnerabilidad de Gracie. No se trata de una heroína perfecta; es una chica real, llena de defectos y dudas, pero con una voluntad inquebrantable para desafiar las normas. La película no se limita a mostrar su perseverancia deportiva; profundiza en el impacto emocional de sus acciones en su relación con su padre, un ex-estrellas del fútbol que representa la incomprensión y la negación. La relación entre Gracie y su padre es compleja y dolorosa, llena de silencios y una tensión palpable que corroe la dinámica familiar. Corber logra capturar esa ambivalencia con una sutileza que va más allá de los clichés narrativos.

El guion, coescrito por Corber y el veterano Jason Salkin, evita caer en sentimentalismos fáciles. La película no se centra exclusivamente en la lucha deportiva; la tragedia familiar que acecha en el horizonte, y que lentamente se revela a medida que avanza la trama, le añade una capa de profundidad emocional y un peso moral. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente y que el espectador se involucre completamente en la historia. La dirección de Corber es precisa y atmosférica, utilizando la belleza apagada de South Orange como un telón de fondo que complementa la historia de Gracie. No hay momentos innecesarios ni adornos superfluos; la película se centra en lo esencial, en la lucha de una joven por romper barreras y, al mismo tiempo, por encontrar su lugar en un mundo que intenta definirla por su género.

En definitiva, “Gracie” es una película que trasciende el género deportivo y se convierte en un alegato poderoso sobre la importancia de la igualdad de oportunidades y la aceptación. No es una película fácil de ver, ni tampoco intenta serlo, pero su honestidad, su atención a los personajes y su resonancia emocional la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que te hace pensar y, quizás, incluso sentir.

Nota: 8/10