Grand Theft Hamlet (2024)

“Grand Theft Auto: Hamlet” no es solo una película; es una experiencia. Una declaración audaz sobre la naturaleza de la ficción, la realidad simulada y la obsesión del ser humano con la representación. Esta original propuesta, impulsada por la visión singular de los directores Rowan Woods y Jamie Runciman, se aleja completamente de la narrativa tradicional y se adentra en un territorio visualmente impactante y perturbador. La película se enfrenta al desafío de tomar la tragedia de Shakespeare, una obra milenaria, y transportarla a las calles virtuales de Grand Theft Auto V, y, a mi juicio, lo hace con una sorprendente maestría.

La dirección de Woods y Runciman es el corazón pulsante de la película. La decisión de rodar la totalidad de la película dentro del juego, sin interrupciones ni filtros, es radical. No se trata simplemente de grabar escenas pre-existentes del juego; la película *crea* una nueva narrativa, manipulando y combinando elementos del juego para dar forma a la historia de Hamlet. La estética es cruda, visceral y francamente desconcertante. La violencia implacable del juego, la estética pixelada y la paleta de colores apagados se integran perfectamente con el tono oscuro y melancólico de la tragedia shakesperiana. La ambigüedad visual es constante, obligando al espectador a cuestionar qué es real y qué es producto de la simulación.

Las actuaciones son notables. El protagonista, Felix (interpretado por Caleb Landry Jones), es un personaje profundamente perturbado, atrapado en un ciclo de desesperación y venganza. Su interpretación es cautivadora y llena de matices, transmitiendo la angustia y la confusión de un hombre desorientado. Los actores de doblaje que representan a los personajes de Shakespeare – un Hamlet consumido por la ira, un Claudio manipulador y una Gertrudis furiosa – aportan un toque de familiaridad y humor negro a la película. La interpretación de Jones no solo evoca la figura shakesperiana, sino que la reinterpreta con una urgencia y un cinismo modernos, lo que le otorga una nueva dimensión a la historia.

El guion, a pesar de su peculiaridad, es sorprendentemente inteligente. La película no se limita a adaptar la trama de Shakespeare; la utiliza como punto de partida para explorar temas más amplios: la soledad, el trauma, la búsqueda de identidad y la naturaleza de la moralidad en un mundo donde las consecuencias son ilusorias. La película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, presenta al espectador con una serie de preguntas incómodas. La decisión de dejar gran parte de la trama sin resolver, de no ofrecer un final tradicional, es una clara declaración de intenciones. Se trata de una experiencia más que de una narrativa lineal.

“Grand Theft Auto: Hamlet” es una película que desafía las convenciones del cine y que obliga al espectador a cuestionar su propia percepción de la realidad. Es un experimento audaz y arriesgado que, a pesar de su estilo visualmente desorientador, logra transmitir el corazón oscuro y profundo de la tragedia de Shakespeare. Es una película que permanecerá en la memoria del espectador mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 8/10