Great Directors (2009)

“Great Directors” no es simplemente un documental sobre cine, es un ejercicio de introspección colectiva, un viaje al corazón de la creatividad y, quizás sorprendentemente, una meditación sobre lo que significa ser un artista en el siglo XXI. La película de Angela Ismailos, lejos de ser un compendio de entrevistas superficiales, se adentra en las complejidades de la personalidad y el proceso creativo de diez cineastas considerados entre los más importantes de nuestro tiempo. Y lo hace de una manera que, para mí, ha resultado ser profundamente efectiva.

Ismailos no se limita a preguntar sobre la inspiración o el método de trabajo de Bertolucci, Lynch o Varda. La directora busca comprender la raíz de su arte, el trauma, el deseo, la historia personal que moldea cada toma, cada película. Las conversaciones son honestas, a veces incómodas, y reveladoras. Veo en “Great Directors” un intento de desmitificar al director, de mostrarlo no como un genio absoluto, sino como un ser humano con sus propias dudas, pasiones y demonios internos. La película no glorifica el arte por sí mismo, sino que explora las limitaciones y las contradicciones que lo acompañan.

La dirección de Ismailos es sutil pero impactante. No intenta dominar el ritmo con un montaje frenético o con música estridente. Se centra en la calidad de la imagen y el sonido, creando una atmósfera íntima y contemplativa. La película se construye a través de la combinación de las entrevistas con la rica selección de material fílmico de los cineastas, un procedimiento que aporta profundidad y contexto a las conversaciones. La edición es impecable, permitiendo que los momentos más reveladores, las reflexiones más profundas, cobren el espacio que merecen. La utilización de la propia película de cada director en los momentos clave funciona excepcionalmente, casi como una especie de diálogo visual con lo que se dice.

Las actuaciones, dado que se trata de entrevistas, son implícitas. El verdadero mérito reside en la capacidad de los cineastas de abrirse y ser vulnerables. Sin embargo, la habilidad de Ismailos para plantear las preguntas correctas y para animar a sus entrevistados a compartir sus pensamientos y sus experiencias es fundamental. Observar a Bertolucci hablar con pasión sobre la creación de ‘Noli Me Tangere’ o a Lynch analizar el surrealismo de ‘Mulholland Drive’ es un privilegio para cualquier aficionado al cine. Lo que realmente destaca es que cada cineasta, a su manera, consigue transmitir un sentido de honestidad y autenticidad que, de otro modo, sería difícil de captar.

El guion, en el sentido tradicional, es casi inexistente. La fuerza de la película reside en la conversación en sí misma, en el espacio que Ismailos crea para que los cineastas puedan explorar sus propias ideas y sus propias visiones. La película no pretende ofrecer respuestas definitivas, sino simplemente fomentar la reflexión y el debate. Es una película que invita a pensar en el cine como un medio de expresión personal, un espejo de la sociedad y una forma de comprender el mundo que nos rodea. No es un documental sobre cine, sino sobre la condición humana y su relación con la creación artística.

Nota:** 8/10