Gremlins (1984)

‘Gremlins’ (1984) no es, precisamente, una película que se pueda clasificar como un clásico absoluto. Sin embargo, a pesar de sus evidentes años, se trata de una comedia de terror con un encanto particular y una originalidad que, incluso hoy, sigue sorprendiendo. La película, dirigida por Joe Dante, se erige como una fábula sobre la inocencia, la responsabilidad y las consecuencias de las acciones sin pensar. Y lo hace con un toque visualmente muy distintivo y una atmósfera que, a su vez, genera una mezcla inquietante de humor y horror.

El núcleo de la historia, la presentación del Mogwai de Seegel, es lo que realmente impulsa la narrativa. La inocencia de Billy Peltzer y su deseo de regalar un regalo extraordinario al padre, Rand, se convierte en la llave que abre la puerta a una pesadilla surrealista. La película logra, desde el principio, establecer un tono de ambigüedad que te invita a suspender la incredulidad. Dante utiliza el contraste entre el colorido y onírico mundo de los mogwai y la vida mundana del pueblo de Quiothol es crucial para generar esa sensación de que algo va terriblemente mal.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Zach Galligan como Billy. Su interpretación transmite la inocencia y la desesperación de un niño que intenta desesperadamente controlar el caos que ha desencadenado. Wilford Brimley como el científico Seegel ofrece un contrapunto a la juventud de Billy, proporcionando una figura sabia y preocupada que, a pesar de sus esfuerzos, no logra evitar la catástrofe. Pero, sin duda, la actuación que más destaca es la de Frances Conroy como la Sra. Deville, una vecina curiosa y manipuladora que se convierte en un catalizador importante del desastre. Su personaje es esencial para comprender la dinámica del pueblo y la facilidad con la que la superstición y el miedo pueden propagarse.

El guion, aunque a veces un poco excesivo en su exuberancia, es notable por su capacidad para equilibrar el humor negro y el terror. La película es inteligente en su presentación de los ‘gremlins’ – los descendientes del mogwai –, que se desarrollan de una manera sorprendentemente creativa y perturbadora. Los efectos especiales, que, por los estándares de la época, son impresionantes, no son el foco principal, sino que se utilizan para intensificar el terror y el humor. La película no rehuye del todo el gore, pero lo presenta de una manera que es más sugestiva que explícita, dejando la imaginación del espectador volar.

La película, en definitiva, es un estudio de personaje y un comentario social disfrazado de comedia de terror. La ambigüedad moral, los personajes memorables y la atmósfera única la convierten en una película que sigue siendo disfrutable, aunque ya no sea tan impactante como cuando se estrenó. ‘Gremlins’ es un ejemplo de cómo un buen guion y una dirección audaz pueden trascender los límites del género y ofrecer una experiencia cinematográfica realmente original.

Nota: 7.5/10