“Grita” es una película que, en principio, apunta a ser un relato sobre la búsqueda de la identidad y la rebelión juvenil. Sin embargo, la ejecución final se siente, a mi juicio, algo fallida, ofreciendo una experiencia cinematográfica que, aunque visualmente interesante, carece de la profundidad y la complejidad que promete su premisa. La película se centra en Jesse Tucker, un joven problemático en un reformatorio, y la llegada de un nuevo profesor de música que, supuestamente, actuará como catalizador de su transformación. La dirección de Caleb Johnson se distingue por un uso del color y la luz que busca crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, y que, en gran medida, se consigue. Las escenas de tensión, especialmente las relacionadas con la disciplina y la represión en el reformatorio, son visualmente impactantes y suponen el punto fuerte de la película. Sin embargo, esta estética, aunque efectiva, a veces se siente un tanto artificiosa, como si Johnson estuviera tratando de compensar la falta de sustancia en el guion.
Las actuaciones son un terreno igualmente ambiguo. Liam James, en el papel de Jesse, transmite una intensidad convincente en sus momentos de frustración y desesperación, y su interpretación captura la angustia y la vulnerabilidad de un chico que lucha por encontrar su lugar en el mundo. El resto del reparto, en su mayoría jóvenes actores sin demasiada experiencia, ofrece interpretaciones decentes, aunque no siempre logran profundizar en la psicología de sus personajes. Particularmente, el personaje del director del reformatorio, interpretado por Steve Zahn, parece estereotípico: el individuo autoritario y deshumanizado, más un cliché que un personaje complejo.
El guion es, sin duda, el mayor problema de la película. La trama, en su base, es atractiva – el potencial para explorar las dinámicas de poder, la influencia del arte y la búsqueda de la esperanza – pero se resuelve de manera predecible y con un ritmo desigual. El desarrollo de la relación entre Jesse y el profesor de música, el eje central de la historia, se siente apresurado y superficial. Se introducen temas relevantes como la música como herramienta de expresión y la importancia de la empatía, pero estos no se desarrollan con la profundidad necesaria, quedando reducidos a meras pinceladas. La película se enfoca demasiado en la violencia y las escenas de confrontación, relegando a un segundo plano los aspectos más sutiles y psicológicos de la historia. La conclusión, en particular, es abrupta e insatisfactoria, dejando al espectador con la sensación de que se ha omitido material valioso.
En definitiva, “Grita” es una película con potencial, pero que no logra cumplir con las expectativas que genera su premisa. Aunque visualmente interesante y con algunas actuaciones decentes, la trama se siente predecible y el guion carece de profundidad. Es una película que, en lugar de generar una reflexión profunda, ofrece una experiencia superficial y repetitiva. No es una mala película, pero tampoco es una gran película. Es, simplemente, olvidable.
Nota: 6/10