Grita libertad (1987)

“Grita Libertad” es, sin duda, una de las películas más conmovedoras que he visto en el último tiempo, un relato de amistad improbable y heroico que te cala hondo y te obliga a reflexionar sobre la verdad, la justicia y el precio que se paga por defender lo que crees. La película, que ha sido reconocida con premios importantes, no se limita a ser una biografía, sino que se sumerge en las complejidades de dos hombres, Donald Woods y Steve Biko, que se encuentran en un momento crucial de la historia de Sudáfrica. La dirección de Justin Chadwick es magistral, logrando un equilibrio delicado entre la intensidad del drama personal y la magnitud del contexto político y social.

Chadwick se centra en el viaje de la amistad entre estos dos hombres, un periodista blanco y un líder del movimiento negro, desde el encuentro inicial en un café hasta sus momentos de confrontación y, finalmente, la decisión crucial de Woods de denunciar los abusos del régimen de apartheid. La película no idealiza a ninguno de los dos personajes. Woods, interpretado con una vulnerabilidad convincente por Delroy Richards, es mostrado como un hombre con sus propias dudas, sus miedos y sus limitaciones. No es un héroe perfecto, sino un individuo que, impulsado por su convicción, se enfrenta a las consecuencias de sus actos. Por otro lado, Stephan James ofrece una interpretación excepcionalmente poderosa de Biko, capturando su carisma, su energía y su determinación. Vemos a Biko no solo como un líder político, sino como un hombre con una profunda humanidad y un deseo ardiente de libertad para su pueblo. Las actuaciones son, sencillamente, impecables.

El guion, adaptado de la autobiografía de Donald Woods, es el corazón de la película. No se limita a transcribir los hechos, sino que explora las motivaciones, las emociones y las consecuencias de las decisiones. Se presta especial atención a la tensión generada por la decisión de Woods de publicar el libro “Primer Mundo, Último Mundo”, que documenta el trato inhumano que se daba a los presos políticos negros. La película hace un trabajo excepcional al mostrar el impacto de este acto en la vida de ambos hombres y en el panorama político sudafricano. La representación de la prisión y las condiciones inhumanas a las que eran sometidos los presos políticos es brutal y despiadada, pero se presenta con la sensibilidad que merece, evitando la voyeurización. El guion, a menudo, se centra en el silencio, en las miradas, en los pequeños gestos que revelan la profundidad de la amistad que se desarrolla entre los dos personajes.

Además, la película integra de manera efectiva imágenes de archivo y testimonios que contextualizan la lucha contra el apartheid y la importancia de la resistencia pacífica. No se trata de una película que simplifica la historia, sino que la presenta con honestidad y complejidad. “Grita Libertad” es, en definitiva, una película que te recuerda la importancia de la verdad, la valentía y la solidaridad. Es una obra cinematográfica que merece ser vista y comentada. Es un recordatorio poderoso de que la lucha por la justicia y la libertad nunca termina.

Nota: 9/10