“Guardando las apariencias” (Looking After Appearances), la última película de Chanaka Fernando, es una exploración delicada y, a veces, frustrante del choque entre la promesa de la modernidad y las profundas raíces familiares. La película no ofrece un espectáculo grandilocuente, sino una observación íntima y, en ocasiones, dolorosa del intento de una joven para navegar las expectativas de su familia y la búsqueda de su propia identidad.
El guion, de David Cote y Chanaka Fernando, se centra en Wilhelmina "Wil" Pang, una cirujana de 28 años que se encuentra atrapada en un juego constante de disimulos. La película construye su ritmo pausado y deliberado, sumergiendo al espectador en la vida cotidiana de Wil y en las tensas interacciones con su madre viuda, una mujer imbuida de valores tradicionales chinos. La dirección de Fernando es precisa, centrada en los detalles y en los silencios que comunican más que las palabras. Hay una belleza melancólica en la forma en que captura la atmósfera de Flushing, Queens, con sus mercados vibrantes y su mezcla de culturas. El guion, sin embargo, a veces se sobreextiende, ralentizando el ritmo y, en algunos momentos, recurriendo a digresiones que, aunque contextuales, no siempre aportan valor narrativo. La historia principal se siente, a veces, como si estuviera esperando el momento adecuado para florecer plenamente, una espera que, aunque comprensible, puede resultar tediosa para el espectador.
Las actuaciones son, sin duda, el punto fuerte de la película. Mei Shun, como Wil, ofrece una interpretación sutil y llena de matices. Su mirada, su lenguaje corporal, transmiten la tensión interna que siente la protagonista y su lucha por reconciliar sus aspiraciones con las expectativas familiares. La interpretación de Lisa Yun Lee como la madre de Wil es igualmente impresionante. Lee logra evocar una profunda sensación de melancolía y la imposibilidad de un entendimiento total. Hay un peso palpable en su personaje, en su intento de guiar a su hija a través de un mundo que ella misma ha visto cambiar, y en su incapacidad para aceptar la nueva realidad de su hija. La relación entre ambas mujeres es la columna vertebral de la película, un tira y afloja constante de amor, frustración y silenciosas decepciones.
Si bien el filme no llega a romper con los clichés del drama familiar, “Guardando las apariencias” es una película honesta y conmovedora sobre la complejidad de las relaciones familiares y la dificultad de definir la propia identidad. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que presenta un retrato realista del conflicto entre el deseo de independencia y la necesidad de mantener la unidad familiar. El final, aunque ambiguo, es potente y deja al espectador reflexionando sobre las decisiones que Wil ha tomado y las consecuencias de las mismas. Es una película que se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una obra que, aunque no para todos los gustos, merece la pena ser vista por su sensibilidad y su capacidad para evocar emociones profundas.
Nota: 7/10