Guardiana de dragones (Dragonkeeper) (2024)

“Guardiana de Dragones” (Dragonkeeper) es un espectáculo visualmente deslumbrante que, a pesar de un guion con algunas lagunas, ofrece una experiencia cinematográfica satisfactoria y atractiva para los amantes del género de fantasía épica. La película, ambientada en una China imperial ficticia al borde del colapso, se adentra en un mundo ricamente construido, donde la antigua conexión entre humanos y dragones está en peligro de extinguirse. El director, Kenifuku Watanabe, ha logrado recrear un paisaje vasto y místico, utilizando fondos verdes y azules profundos que evocan la escala y el misterio de la mitología oriental. Cada escena, desde los complejos paisajes montañosos hasta las opulentas palacios imperiales, está meticulosamente elaborada, demostrando una inversión considerable en la estética general. Es un triunfo en la dirección artística, sin duda, pero una que a veces sacrifica el ritmo narrativo.

La trama, basada en la obra de Carole Wilkins, se centra en Lin, interpretada con naturalidad y un cierto encanto por parte de el joven actor Jian Li. Su personaje, una joven ingeniosa y decidida, se convierte en la improbable guardiana de un dragón anciano, Bao, y juntos se embarcan en una peligrosa misión para recuperar el huevo robado. La relación entre Lin y Bao, aunque inicialmente un poco forzada, evoluciona a medida que avanzan en la historia, y se establece una conexión genuina que es fundamental para el desarrollo emocional de la película. Sin embargo, el guion a veces recae en clichés del género de aventuras y la resolución final, aunque satisfactoria, se siente un poco apresurada y simplificada. Hay momentos en los que la película podría haber profundizado en la complejidad moral de los personajes y las implicaciones políticas de la historia.

Las actuaciones son sólidas en su conjunto. El veterano actor Zhang Wei, que interpreta al hechicero malvado, ofrece una interpretación amenazante y convincente, aunque su personaje carece de profundidad psicológica. El equipo de efectos especiales, por su parte, es excepcionalmente bueno, con dragones visualmente impactantes y batallas coreografiadas con una mezcla de realismo y fantasía. La coreografía de las batallas, en particular, merece una mención especial; son dinámicas, emocionantes y visualmente impresionantes. No obstante, hay un nivel de CGI que, en algunos planos, es ligeramente perceptible y, en ciertos momentos, restando realismo al espectáculo.

En definitiva, “Guardiana de Dragones” es una película entretenida y visualmente estimulante. Aunque su guion presenta algunas deficiencias, la dirección artística, las actuaciones sólidas y los efectos especiales impresionantes la convierten en una experiencia cinematográfica que vale la pena ver, especialmente para aquellos que buscan una aventura épica con toques de mitología oriental. Se siente como un puente entre el cine de acción moderno y la rica tradición del cine de fantasía asiático. La película intenta emular el estilo del cine de aventura clásico y, en gran medida, lo consigue, aunque sin llegar a la grandeza de obras maestras del género.

Nota: 7/10