Guardianes de la tumba (2018)

“Guardianes de la tumba” (Raise the Stone) no es una película que te haga pensar profundamente en la condición humana, ni mucho menos en las complejidades de las civilizaciones antiguas. Sin embargo, logra un equilibrio notable entre el thriller de acción y la atmósfera opresiva que la hace, contra todo pronóstico, entretenida y digna de ver, especialmente para aquellos que buscan una experiencia cinematográfica que se aleje de los clichés del género.

La dirección de Rob Savage es, sin duda, el punto fuerte de la película. Savage, conocido por su trabajo en cortometrajes de terror de bajo presupuesto, domina la técnica del "slow burn". Construye la tensión de forma magistral, utilizando la cámara en primera persona, la iluminación sombría y los efectos de sonido para generar una sensación constante de incomodidad y desasosiego. Esta narrativa en primera persona, aunque pueda resultar un tanto claustrofóbica para algunos espectadores, es crucial para sumergirte en la desesperación de los científicos. Se siente que estás atrapado junto a ellos, compartiendo su terror y su creciente certeza de que algo terrible está a punto de suceder.

Las actuaciones son sólidas, aunque no espectaculares. Avan Goudzi, como el Dr. Chen, transmite una vulnerabilidad convincente, una mezcla de brillantez científica y miedo genuino. La interpretación de los otros miembros del equipo, aunque con menos desarrollo individual, cumple su función, contribuyendo al caos y a la sensación de que nadie está a salvo. El personaje de Kai, interpretado por el actor chino Peng Bo, aporta un elemento de misterio y una sensación de que sus orígenes culturales podrían ser la clave para entender lo que está sucediendo, aunque este aspecto, en última instancia, se deja un poco abierto.

El guion, en mi opinión, es lo más débil de la película, aunque no de una manera que la arruine por completo. La trama, basada en un concepto intrigante – un equipo de arqueólogos que desata una maldición antigua – se siente un poco forzada en algunos momentos y recurre a ciertos tropos del género de terror. Sin embargo, la película compensa estas deficiencias con su atmósfera y su ritmo pausado. Los momentos de acción son efectivos, aunque no particularmente memorables, y la película logra mantener al espectador enganchado hasta el final, aunque no necesariamente con una sorpresa deslumbrante. Se deja un final abierto que, aunque puede ser interpretado de diversas maneras, funciona como una forma de mantener la inquietud incluso después de las créditos.

En definitiva, “Guardianes de la tumba” es un thriller de terror de bajo presupuesto que funciona gracias a su dirección habilidosa, su atmósfera opresiva y su capacidad para generar tensión. No es una obra maestra, pero sí una película que cumple su cometido: entretener y asustar, sin necesidad de recurrir a efectos especiales extravagantes o a clichés predecibles. Es una propuesta refrescante en un panorama cinematográfico saturado de películas de terror de gran presupuesto.

Nota: 7/10