Guerra de los mundos: Goliath (2012)

“Guerra de los Mundos: Goliath” no es una secuela que aspire a superar a su predecesora, sino una reflexión inquietante sobre el miedo, la paranoia y la dependencia tecnológica. Matt Morris, director de “La Firmada”, se permite una lectura subversiva de la novela original de H.G. Wells, alejándose del espectáculo de efectos especiales que, a veces, dominan la franquicia. La película se centra en la tensa dinámica entre la comandante Helen Levinson (Rebecca Ferguson) y el Dr. Marcus Cole (Jared Harris), dos figuras clave dentro de la A.R.E.S. (Advanced Research and Emergency Services), la fuerza de respuesta rápida internacional que se ha dedicado a reconstruir el mundo tras la devastadora invasión marciana de catorce años atrás.

La película se adentra en una atmósfera de profunda desconfianza y escepticismo. Levinson, una científica brillante pero marcada por las pérdidas sufridas durante la invasión, se encuentra enfrentando la creciente presión del gobierno y el ejército para encontrar evidencias concretas de la posible inminente reaparición de los marcianos. Harris, por su parte, es el hombre de ciencia convencido de la amenaza real, pero atormentado por la incapacidad de su equipo para confirmar lo que él cree. Esta tensión entre fe y duda es el núcleo emocional de la narrativa, mucho más que cualquier enfrentamiento bélico ostentoso.

Rebecca Ferguson ofrece una actuación magistral, imbuendo a Levinson de una vulnerabilidad y una determinación férrea. Su interpretación es compleja y llena de matices, mostrando tanto la fortaleza mental como la fragilidad emocional de una mujer que ha visto el mundo transformarse en un lugar peligroso y desconocido. Jared Harris, por su parte, cumple su rol con una gravedad innegable, retratando la obsesión de Cole con la evidencia como una búsqueda desesperada por dar sentido a un horror incomprensible. La química entre ambos actores es excepcional, generando un diálogo inteligente y cargado de significado.

La dirección de Morris es precisa y deliberada. Evita la glorificación de la guerra y se enfoca en la experiencia humana en el contexto de un conflicto existencial. El diseño de producción es sobresalientemente cuidado, creando una estética ligeramente steampunk que combina la tecnología moderna con elementos victorianos, evocando una sensación de un mundo en reconstrucción, pero también en constante peligro. La película utiliza de manera efectiva la luz y la sombra para generar una atmósfera opresiva y claustrofóbica, acentuando la sensación de que el enemigo podría estar acechando en cualquier momento.

El guion, aunque no siempre se aventura en las complejidades filosóficas que podría haber explorado, logra mantener la tensión a lo largo de su desarrollo. Algunos momentos se sienten ligeramente lentos, pero esto contribuye a la sensación de desasosiego y paranoia que la película busca generar. La banda sonora, minimalista pero efectiva, acentúa la atmósfera de incertidumbre. En definitiva, “Guerra de los Mundos: Goliath” es una película inteligente, inquietante y que invita a la reflexión sobre la naturaleza del miedo y la facilidad con la que podemos convertirnos en nuestros propios enemigos.

Nota: 7/10