Háblame (2023)

“Háblame” no es precisamente una película que se pase por alto. Desde el primer plano de la mano embalsamada, objeto central de una obsesión inquietante, la película te atrapa en un aura de misterio y perturbación. La dirección de Nicolás Pesandir es, en esencia, la clave de su éxito. No se limita a contar la historia, sino que la vive a través de la cámara, utilizando planos cortos, movimientos bruscos y una paleta de colores apagada que refuerzan la sensación de aislamiento y desasosiego que reina en la vida de Mia. Este estilo, deliberadamente antinaturalista, nos sumerge en la psique fragmentada de la protagonista, creando una atmósfera opresiva donde la realidad y la imaginación se difuminan constantemente.

La película se basa, a un ritmo pausado pero efectivo, en la lenta degradación mental de Mia (interpretada por Jenna Ortega, quien ofrece una actuación sorprendentemente compleja y matizada). Ortega supera con creces el cliché de la adolescente estereotípica; su personaje es vulnerable, atormentada por el dolor y la soledad, pero también posee una tenacidad y un deseo desesperado de conexión. La relación entre Mia y su madre, aunque imperfecta, es el núcleo emocional de la narrativa. El guion, coescrito por Pesandir y Nicolás Dubois, explora las complejidades de la relación madre-hija con una honestidad brutal. No glorifica ni romantiza la enfermedad mental, sino que la muestra como una lucha constante y devastadora.

Lo que distingue a “Háblame” de otras películas de terror con elementos sobrenaturales es su enfoque en la psicología y la desesperación. El horror no reside en sustos repentinos o efectos especiales extravagantes, sino en el terror psicológico que surge de la pérdida, la culpa y la dificultad de discernir la verdad. La película se toma su tiempo para construir la tensión, permitiendo que la amenaza se manifieste de manera sutil e inquietante. El diálogo es certero y, en ocasiones, incluso poético, reflejando el estado mental fragmentado de Mia. Es una película que te deja con la sensación de que lo más aterrador no son los espíritus, sino las heridas emocionales que los habitan.

A pesar de su lentitud, la película se mantiene cautivadora gracias a la atmósfera que consigue generar y a la actuación sobresaliente de Jenna Ortega. Sin embargo, la trama, si bien efectiva, puede resultar algo repetitiva en algunos momentos, y la resolución, aunque lograda, podría haber sido más ambigua para profundizar en las implicaciones morales de las acciones de Mia. No obstante, “Háblame” es una película que merece la pena ver para aquellos interesados en el terror psicológico y en historias que desafían las convenciones del género.

Nota: 7.5/10