Ha-boged Hakatan (2007)

“Ha-boged Hakatan” (The Basement Panther) no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Se trata de una obra cinematográfica que se adentra en la turbia realidad de la Palestina de 1947, un periodo de inestabilidad y anticipación de la partición, y lo hace a través de la mirada inocente y visceral de un niño, Proffy Liebowitz. La película, dirigida por Zachi Noy, se erige como un testimonio conmovedor de la complejidad emocional y política de una época marcada por el fanatismo y la desesperación.

La dirección de Noy es precisa y cautelosa. No recurre a la grandilocuencia ni a la espectacularidad; en cambio, se enfoca en la intimidad del personaje y en la atmósfera opresiva de la vida cotidiana en una casa de campo convertida en refugio para militantes. La película no intenta glorificar la resistencia armada, sino, en cambio, retrata el costo humano de esa lucha. Se siente una verdadera urgencia en cada escena, como si el tiempo estuviera corriendo en contra del protagonista, y esto se transmite eficazmente al espectador. La fotografía, en gran medida monocromática, contribuye a esta sensación de melancolía y constante amenaza. El uso del sonido es igualmente cuidadoso, enfatizando los ruidos sutiles de la casa – el crujir de la madera, el sonido de las botas, los murmullos de los adultos – como un reflejo de la tensión subterránea.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los mayores logros de la película. Alfred Molina, quien interpreta a Proffy, ofrece una interpretación magistralmente sutil. Evita caer en la caricatura del niño rebelde, mostrando en su lugar una mezcla de curiosidad, inocencia y un creciente entendimiento de la violencia que lo rodea. Zachi Noy y Gilya Stern, como los gemelos Proffy, transmiten una conexión genuina y conmovedora. Su interpretación conjunta es lo que permite al espectador empatizar profundamente con sus experiencias. El resto del elenco secundario aporta fuerza y credibilidad a la narrativa.

El guion, adaptado de la novela de Amos Oz, es inteligente y delicado. Se adentra en el mundo de un niño que, a pesar de su edad, es consciente de la injusticia que le rodea y que busca un camino para cambiarla. Sin embargo, la película no simplifica la situación. Muestra las motivaciones de ambos bandos, evitando juicios morales simplistas. El conflicto no es blanco y negro, sino que se presenta en toda su complejidad. El uso de la primera persona – la voz en off de Proffy – es particularmente efectivo, permitiendo al espectador acceder a sus pensamientos y sentimientos más íntimos. Es un guion que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la resistencia, la pérdida de la inocencia y el impacto del conflicto en las generaciones más jóvenes.

En definitiva, "Ha-boged Hakatan" es una película potente y conmovedora que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales se hayan desenrollado. Es un hito cinematográfico que merece ser visto y discutido.

Nota: 8/10