“Hacerse mayor y otros problemas” es, en su esencia, una meditación sobre la crisis existencial disfrazada de comedia dramática. La película de la directora Clara Alonso no se centra en la extravagancia o el espectáculo; en cambio, se adentra en la introspección de Emma, una escritora en sus treinta, que se enfrenta a una avalancha de incertidumbres: la falta de pareja, el estancamiento profesional y, de repente, la inesperada solicitud de Lola, su mejor amiga, para que sea la madrina de su primer hijo. La película, a pesar de su temática aparentemente sencilla, logra generar un impacto emocional considerable gracias a su desarrollo lento y a la autenticidad de sus personajes.
La dirección de Alonso es delicada y respetuosa. Evita caer en clichés y se centra en el realismo palpable de la vida cotidiana de Emma. Se observa una clara preferencia por la fotografía natural y la iluminación suave, lo cual contribuye a crear una atmósfera íntima y cómoda para el espectador. Alonso maneja con maestría el ritmo de la narración, permitiendo que las emociones de Emma se desarrollen de forma orgánica, sin apresurar los momentos de reflexión o el crecimiento del personaje. Hay un cuidado exquisito en la planificación de las escenas, buscando la belleza en lo ordinario y lo cotidiano.
Las actuaciones son sobresalientes. La protagonista, interpretada por Marta Sánchez, entrega una interpretación conmovedora y veraz. Sánchez logra transmitir la angustia, la inseguridad y, a medida que avanza la película, la esperanza que siente Emma. Su actuación no es grandilocuente, sino que se basa en una mirada interior, en la sutilidad de los gestos y en la capacidad de expresar con su rostro todo lo que no puede decir con palabras. El resto del reparto, en particular, la interpretación de Elena Anaya como Lola, es igualmente convincente. La química entre ambas actrices es evidente, y su relación se siente real, compleja y llena de matices.
El guion, escrito por Alonso y Daniel García, es lo que realmente eleva la película. Se basa en un diálogo natural, lleno de situaciones cotidianas y conversaciones honestas sobre la vida, el amor, la amistad y la maternidad. Evita los diálogos fáciles y las situaciones forzadas, centrándose en explorar las complejidades de las relaciones interpersonales. La película no ofrece soluciones fáciles ni juicios moralizantes; simplemente presenta a Emma como una mujer en busca de su lugar en el mundo, enfrentando sus miedos y buscando la felicidad en las pequeñas cosas. La subtrama de la maternidad, aunque no es el foco principal, se integra perfectamente en la narrativa, aportando una dimensión de esperanza y renovación. El tema central, la reflexión sobre el envejecimiento y la madurez, no es tratado de forma didáctica, sino que se deja a la interpretación del espectador, generando una sensación de inquietud y reflexión sobre el propio proceso vital.
Nota: 8/10