Hagamos una orgía (2015)

“Hagamos una orgía” (Let's Make a Billionaire Orgasm) es una película que, a pesar de su título provocativo, resulta ser una comedia negra con una capa de melancolía que, en última instancia, la hace más interesante que un simple ejercicio de erotismo gratuito. Dirigida por Steven S. De Vito, la película no intenta sorprender con efectos especiales o giros argumentales complejos, sino que se centra en la humanidad de sus personajes y en la forma en que la vida, el dolor y la búsqueda de la aceptación se entrelazan en el microcosmos de un pequeño pueblo americano.

La historia de Cassie Cranston, interpretada con una vulnerabilidad palpable por Casey Affleck, es sorprendentemente conmovedora. Affleck ofrece una actuación sutil y magistral, equilibrando la ironía con una profunda sensación de pérdida y soledad. La idea de que una columnista sexualmente abierta se vea forzada a lidiar con las expectativas y los prejuicios de su ciudad natal, donde su madre era un ente más bien temido, es un punto de partida sólido. La película explora con inteligencia las dinámicas familiares, la incomunicación y la dificultad para escapar del pasado, incluso cuando uno intenta enterrarlo. No se trata de una comedia fácil; hay momentos de genuino dolor y de un análisis honesto de la autoestima y la autopercepción.

La dirección de De Vito es deliberadamente poco llamativa, y esto, en mi opinión, es una de las mayores fortalezas de la película. Opta por un estilo realista y naturalista, evitando excesivos adornos visuales. La película está llena de diálogos ingeniosos y situaciones incómodas, que contribuyen al tono general de la película. Las interpretaciones de los actores de reparto, especialmente el veterano Robert Duvall como el excéntrico editor de Cassie, son excelentes y añaden profundidad y humor a la historia. Duvall, en particular, ofrece un retrato memorable de un hombre con una visión del mundo peculiar y una cierta nostalgia por los tiempos pasados.

Sin embargo, la película no está exenta de fallos. El ritmo puede resultar algo lento en algunos momentos, y el final, aunque satisfactorio, podría haber sido más impactante. Además, la película, en algunos momentos, se acerca peligrosamente a la caricatura, pero la calidad de las actuaciones y el guion son suficientes para evitar que esto arruine la experiencia. La película aborda temas tabú con una honestidad refrescante y un toque de humor negro que, si bien no es para todos los públicos, invita a la reflexión sobre la identidad, las expectativas sociales y la búsqueda de la felicidad. Es una comedia que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, provocando preguntas sobre la naturaleza humana y la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás.

Nota:** 7/10