Haha we Tofaha (2005)

“Haha we Tofaha” es, en su esencia, una película que evoca la calidez y la complejidad de la vida familiar egipcia, y lo hace con una honestidad brutalmente encantadora. Dirigida por Mohamed Kamel Abda, la película se ancla en el vibrante barrio de Abdeen, transformando una escena aparentemente sencilla - la búsqueda de propinas en fiestas de baile de vientre - en el núcleo de una narrativa que explora temas de tradición, modernidad y la tensión inevitable entre generaciones. La película no se pretende ser un manifiesto sobre el cambio, sino más bien, un retrato de cómo esa tensión, a menudo silenciada y absorbida por las dinámicas familiares, puede convertirse en un verdadero conflicto.

La dirección de Kamel Abda se caracteriza por su sutileza y su capacidad para capturar la atmósfera particular del barrio. Evita los grandilocuentes dramas y se centra en los detalles: el olor del humo de las barbacoas, el bullicio de las calles, las conversaciones a medias. La fotografía, con su paleta de colores cálidos y terrosos, refuerza esta sensación de arraigo a la tierra. Sin embargo, lo que realmente eleva la película es su enfoque en los personajes. Talaat Zakaria, como Haha, ofrece una interpretación llena de matices, mostrando la ambición y la vulnerabilidad de un hombre atrapado entre el deseo de establecer una familia y la carga de las expectativas familiares. Yasmin Abdulaziz, por su parte, brilla como Tuffaha, su personaje se define por la fuerza tranquila y una profunda preocupación por su familia. Riko, el vendedor ambulante, aporta un toque de frescura y un humor sutil que contrasta con el peso de la tradición.

El guion, aunque no desborda originalidad, se construye sobre un núcleo de conflicto familiar genuino. El choque entre los deseos de Haha de encontrar una esposa y su deseo de establecer una “nueva casa” se encuentra con la visión de Tuffaha, que valora la estabilidad y el respeto a las costumbres. El romance con Fawzi, interpretado con encanto por Riko, añade una capa de esperanza, pero la película no cae en clichés románticos. El conflicto no se resuelve de forma fácil o definitiva. La película se atreve a mostrar las consecuencias de las decisiones, a sugerir que el futuro es incierto y que las relaciones familiares son complejas y cambiantes. La película, en su núcleo, no ofrece respuestas fáciles, pero sí plantea preguntas importantes sobre el precio de la tradición y el valor de la individualidad.

El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo que las tensiones se acumulen y que las emociones se desarrollen gradualmente. El diálogo, aunque a veces un poco torpe, es auténtico y refleja el lenguaje cotidiano de la familia. La película logra crear un ambiente de familiaridad, invitando al espectador a sentirse parte del drama familiar. Es una película que, a pesar de su temática local, tiene un amplio atractivo gracias a sus temas universales: la familia, el amor, el conflicto y la búsqueda de la felicidad.

Nota: 7/10