Halcones de la noche (1981)

“Halcones de la noche” (Nightwatch) es, en su conjunto, una película de acción sobrecargada, pero que, paradójicamente, logra mantener una cierta tensión y un interés genuino gracias a un ritmo vertiginoso y unas secuencias de coreografías de lucha bien ejecutadas. La premisa, la llegada de un terrorista de renombre internacional a Nueva York, es, sin duda, un cliché del género, pero el director, Paul W.S. Anderson, parece consciente de ello y no se detiene en explorar las complejidades psicológicas de los personajes, optando por una entrega directa de entretenimiento puro y duro.

La dirección de Anderson es precisa en su enfoque. Las persecuciones de coches y los enfrentamientos a puños y patadas son visualmente atractivos, con una puesta en escena que recuerda a las películas de Hong Kong adaptadas al gusto estadounidense. Sin embargo, a veces, la acción desborda en un festival de movimientos y golpes que, aunque impresionantes, pierden solidez narrativa. El uso de la cámara, por el contrario, es notablemente eficaz, utilizando ángulos dinámicos y planos cerrados para intensificar la sensación de peligro y cercanía a la acción. Se nota que Anderson se inspira en estilistas como John Woo, pero sin llegar a la misma sofisticación en la dirección de personajes.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Deke DaSilva, interpretado por Matthew Fox, aporta un carisma natural y un toque de humor que contrasta con la seriedad del entorno. Su personaje, un ex-boxeo con un pasado turbio, se erige como el héroe de acción con un trasfondo que le da credibilidad. Sin embargo, la figura de Michael Rooker como el mentor de Deke, el detective Frank Dempsey, es quizás la más interesante. Rooker, como siempre, ofrece una interpretación creíble y llena de matices, aportando al personaje una profundidad emocional que contrasta con la acción desatada. La química entre Fox y Rooker es palpable y contribuye significativamente al interés de la película. No obstante, la caracterización de los otros personajes secundarios resulta algo plana, relegados a funciones meramente de apoyo.

El guion, en general, presenta algunas debilidades. La trama, aunque enérgica, carece de originalidad y recurre a convenciones del género, con giros argumentales predecibles y un desarrollo de los personajes limitado. Las motivaciones de Wulfgar, el villano, son superficiales y la película no profundiza en su pasado o en las razones detrás de sus actos. La amenaza que representa para Nueva York, aunque palpable, se siente leve, y la resolución del conflicto final, aunque explosiva, no deja una impresión duradera. El ritmo, a pesar de ser generalmente rápido, se ve afectado por un exceso de diálogos innecesarios y una falta de sutileza en la construcción de la tensión. Podría haber sido un thriller político más interesante si la historia se hubiera atrevido a explorar las consecuencias de sus acciones.

Nota:** 6/10