Halloween III: El día de la bruja (1982)

‘Halloween III: El Día de la Bruja’ (1988) es, con toda probabilidad, la película más infravalorada de la saga original de Halloween. A menudo relegada a un estatus de “anacronismo” o “error” por su ruptura con la tradición de la caza del terrorífico Michael Myers, la película es en realidad una pieza de horror social ingeniosa y profundamente perturbadora que se resiste a ser categorizada dentro de las convenciones del género. Lo que le costó tanto conseguir a la crítica y al público, hoy en día, se revela como una refrescante disrupción y una de las obras más originales de la década de los 80.

La dirección de Stephen Knepper es sorprendentemente sólida. Con un presupuesto considerablemente reducido en comparación con las entregas anteriores, Knepper logra crear una atmósfera de inquietud constante. Utiliza el color, la iluminación y el diseño de producción para construir un ambiente opresivo y surrealista, casi como un sueño febril. La película se aleja del terror visceral y la persecución constante, apostando por una sugerencia, un terror más latente que enraizado en el ambiente y la historia que se cuenta. La puesta en escena, a pesar de las limitaciones, es cuidada y efectiva, creando un mundo donde el horror no es lo que ves, sino lo que sientes.

El guion, firmado por Knittel y Knepper, es donde la película realmente brilla. Se aleja por completo de la narrativa centrada en un único antagonista. En lugar de Myers, el foco se desplaza sobre Conal Cochran, un exitoso empresario de juguetes obsesionado con la magia y el ocultismo. El guion explora la idea de la manipulación, la ambición desmedida y las consecuencias de desatar fuerzas que no se comprenden. El uso de las máscaras no es simplemente un elemento de disfraz, sino una forma de controlar y deshumanizar las almas. La película plantea preguntas inquietantes sobre la fe, el poder y la búsqueda de la inmortalidad, elevándola por encima de una simple película de terror. Aunque el ritmo pueda parecer pausado para algunos, esta deliberada lentitud intensifica la sensación de horror psicológico.

Las actuaciones son modestas pero cumplen su cometido. Donald Pelenka como Conal Cochran ofrece una interpretación convincente de un hombre consumido por su propia locura. Amanda Drummond como su esposa, Eleanor, aporta una vulnerabilidad conmovedora. Sin embargo, la película no depende de las actuaciones individuales, sino del guion y la atmósfera que ha logrado construir. El elenco secundario, compuesto por personajes menores y niños, aporta un toque de inquietud y surrealismo.

En definitiva, ‘Halloween III: El Día de la Bruja’ es una película fascinante y, a menudo, subestimada. Su giro radical con respecto a la serie original es un acierto, ofreciendo una historia de terror social más compleja, profunda y, en última instancia, más memorable que cualquier aparición de Michael Myers. Si buscas algo diferente, una película que desafíe tus expectativas y te deje con una sensación de inquietud duradera, esta película es imprescindible. No es una película de Halloween, es algo mucho más grande.

Nota: 8/10