La película de 2022, titulada simplemente "Hamlet", dirigida por Thomas Vinterberg, es una experiencia cinematográfica visceral y profundamente perturbadora que, lejos de ser una mera adaptación de la obra shakesperiana, ofrece una interpretación moderna y brutalmente honesta del clásico. Esta no es una recreación grandilocuente, sino una disección implacable de la psique de un hombre consumido por la duda y el luto, llevada a cabo con una fotografía y una dirección de puesta en escena que recuerdan a la fotografía de Wes Anderson pero con una oscuridad mucho más intensa.
Vinterberg opta por un enfoque minimalista, casi documental, con planos cortos y concentrados que capturan cada gesto, cada mirada. La paleta de colores, dominada por tonos grises y azules apagados, refleja el estado emocional del protagonista. La incomodidad visual que se genera es intencionada y efectiva, transmitiendo la sensación de un mundo en declive moral y emocional. No hay artificios ornamentales; la puesta en escena sirve, fundamentalmente, para intensificar la atmósfera opresiva que envuelve la historia.
El actor que interpreta a Hamlet, Ciarán Hinds, ofrece una actuación magistral. Lejos de buscar una representación tradicional del melancólico príncipe danés, Hinds lo presenta como un individuo retraído, desconfiado y atormentado por la inminencia de la venganza. Su Hamlet es un hombre indeciso, paralizado por la duda, incapaz de tomar decisiones definitivas. Esta interpretación es, sin duda, una de las más honestas y convincentes que he visto en la pantalla. Su lenguaje corporal es rico en matices, sus miradas reflejan un conflicto interno constante y su voz, a menudo apagada, transmite la fragilidad de su ser.
El guion, adaptado de la obra original de Shakespeare por Samuel D. Hunter, se centra en la lenta erosión de la cordura de Hamlet y la compleja dinámica familiar. Hunter se distancia de algunos diálogos pomposos, favoreciendo una narración más directa y pragmática. La película se enfoca en el proceso de investigación de Hamlet, en su intento de convencer a la corte de la culpabilidad de Claudio, y en su constante lucha interna entre la justicia y la ética. La ambigüedad moral que permea la historia es un punto fuerte, obligando al espectador a cuestionar las motivaciones de todos los personajes y a reflexionar sobre la naturaleza de la venganza.
Es importante destacar la excelente interpretación del resto del reparto, especialmente que desempeña la reina Gertrudis, Joely Richardson, y el propio Claudio, Benedict Cumberbatch. Sus actuaciones, aunque más contenidas, contribuyen a crear un ambiente de desconfianza y sospecha que permea toda la película. La tensión entre los personajes es palpable, generando un clima de incertidumbre que intensifica el drama.
En definitiva, “Hamlet” no es una recreación, sino una reimaginación. Es una película que se aferra a la esencia del mito, pero lo hace con una sensibilidad moderna y una mirada crítica. Es un estudio profundo de la psique humana, un drama familiar oscuro y una reflexión sobre la venganza y la moralidad. Es una película que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.
Nota: 8.5/10
