Colegas (1991)

“Colegas” (Bronx Tale) es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida en la multitud de comedias dramáticas independientes que surgen anualmente. Sin embargo, esta pequeña joya del cine de bajo presupuesto, con un presupuesto aparentemente frugal, ofrece una mirada auténtica y conmovedora a la vida de cuatro jóvenes en el corazón del Bronx a finales de los años 70. La película, que ha recibido elogios en Estados Unidos, se erige como una especie de “American Graffiti” con un enfoque multicultural que amplía la narrativa y la hace mucho más rica en complejidad. No se trata de una epopeya grandilocuente, sino de una observación íntima y, a veces, dolorosa de la realidad de una comunidad marginalizada.

La dirección de Anthony Verona es sorprendentemente efectiva, considerando la limitada inversión. Verona logra capturar la atmósfera cruda y palpable del Bronx de esa época. Los planos son a menudo naturales, sin artificios excesivos, lo que ayuda a crear una sensación de inmersión. Aprovecha con maestría las luces y sombras, enfatizando la belleza encontrada en los rincones olvidados y las noches vibrantes de la ciudad. Aunque el ritmo puede resultar un poco irregular en algunos momentos, esa irregularidad refleja la propia vida de los personajes, llena de altibajos y momentos de improvisación. La película no busca glorificar la pobreza o la violencia, sino mostrarla tal como es: dura, pero también llena de camaradería y esperanza.

El elenco es, sin duda, el punto fuerte de la película. Las actuaciones son genuinas y convincentes. Los cuatro protagonistas – quienes interpretan a los cuatro jóvenes – ofrecen interpretaciones magistrales. La química entre ellos es palpable, lo que contribuye enormemente a la credibilidad de la historia. Destaca especialmente la interpretación de los dos actores puertorriqueños, quienes encarnan con naturalidad los desafíos y las aspiraciones de su comunidad. Sus personajes, con sus sueños de escapar del Bronx y sus luchas internas, son complejos y profundamente humanos. No se trata de héroes, sino de chicos que intentan encontrar su lugar en el mundo, a menudo a través de la música y la amistad.

El guion, escrito por Verona, es una pieza sencilla pero inteligente. La trama, aunque no particularmente original, se centra en un evento central que desencadena una serie de eventos que revelan los personajes y sus motivaciones. Lo importante es cómo se manejan esos diálogos, llenos de la jerga del Bronx y de las preocupaciones cotidianas de los jóvenes. No hay grandes momentos de melodrama o sentimentalismo forzado. La película se enfoca en la vida real, en las pequeñas decisiones que marcan la diferencia en las vidas de estos chicos. La música, un elemento fundamental de la época y la cultura del Bronx, es utilizada magistralmente para subrayar los momentos clave de la historia. “Colegas” no busca ofrecer soluciones ni juzgar a sus personajes. Simplemente les da voz y les permite contar su propia historia, una historia de amistad, sueños rotos y la búsqueda de la identidad.

En definitiva, “Colegas” es una película honesta y conmovedora que ofrece una visión refrescante de la cultura del Bronx en los años 70. No es una obra maestra del cine, pero sí una película que merece ser vista, especialmente por su autenticidad y su capacidad para conectar con el espectador a un nivel emocional profundo.

Nota: 7.5/10