“Hank Williams, una voz a la deriva” no es simplemente otro biopic musical. Es un retrato brutal y profundamente conmovedor de un genio creativo que, en su búsqueda implacable del éxito y la fama, se destruyó a sí mismo. Rodrigo Cortés, el director, nos entrega una película que se adentra en la psique turbulenta de Hank Williams, explorando sus demonios internos y la autodestrucción que lo carcomió, ofreciendo una visión matizada más allá del mito del “Rei del Country”. La película no rehúye la crudeza de su vida, mostrando sus problemas con el alcohol, sus relaciones conflictivas y el constante rechazo que sentía, lo que impulsaba su adicción y su búsqueda frenética de aprobación.
Casey Affleck, en un papel que ha sido objeto de debate, ofrece una interpretación que, aunque a veces estilizada, logra capturar la vulnerabilidad y la fragilidad de Hank. No es una imitación perfecta del artista, sino una representación que evoca su esencia. Affleck utiliza un lenguaje corporal y una mirada que transmiten el dolor, la frustración y el vacío existencial que plagaban a Williams. Se siente la constante lucha interna, la necesidad imperiosa de expresarse a través de la música contra la autodestrucción que le acecha. La actuación, sin embargo, puede resultar a veces excesiva, apelando demasiado a la expresividad que, en algunos momentos, resta naturalidad al personaje. Podría haber optado por una actuación más sutil, permitiendo que la música y las escenas en las que se expresa a través de su voz lo dieran mayor peso.
El guion, adaptado de la biografía de Patrick Hennes, se centra en los años de esplendor de Williams, desde sus inicios en la radio hasta su última actuación en el estadio de Atlanta. Sin embargo, la película no se limita a relatar hechos biográficos, sino que explora el impacto de la fama y la presión artística en su salud mental. La película logra un equilibrio entre momentos de euforia y dolor, mostrando la doble vida de Williams: el artista brillante y el hombre atormentado. La banda sonora, naturalmente, es fundamental; la música de Williams, meticulosamente seleccionada, es tanto el motor emocional de la historia como un testimonio de su genio musical. Las actuaciones musicales son impresionantes, particularmente la versión del “Your Cheatin' Heart” interpretada por Affleck, que captura la desesperación y la melancolía del canto.
Sin embargo, la película no escapa a algunas de las críticas habituales de este tipo de biopics: el ritmo puede resultar desigual, con momentos de intensidad dramática seguidos de secciones más contemplativas que, si bien son necesarias, pueden ralentizar el flujo de la narrativa. Además, el retrato de algunas de las personas que lo rodeaban, como su esposa Billie Jean Younger, se siente algo superficial. Se podría haber profundizado en su relación y en el impacto de su desaparición en la vida de Williams.
A pesar de estas pequeñas carencias, "Hank Williams, una voz a la deriva" es una película conmovedora y recomendable, que ofrece una mirada íntima y perturbadora a la vida de un icono musical. Es una obra que nos recuerda el precio que a veces se paga por la fama y la belleza, y que la música, en sí misma, puede ser tanto una fuente de consuelo como un instrumento de autodestrucción.
Nota: 7.5/10