Harold y su manual de secuestro (2014)

“Harold y su manual de secuestro” es una comedia negra, inesperadamente inteligente y perturbadora que se aferra a su propia peculiaridad con una tenacidad admirable. El director Edgar Wright, conocido por su estilo visualmente audaz y su dominio del montaje, vuelve a demostrar su capacidad para transformar la desesperación en algo inherentemente divertido, aunque con un velo de cinismo que sugiere que la comedia se deriva de una profunda incomodidad.

La premisa, la de un banquero en bancarrota que viaja a Suecia para secuestrar al fundador de IKEA, es, en principio, absurda. Pero Wright la convierte en algo creíble, o al menos, lo suficientemente convincente como para que el espectador se pierda en la locura del protagonista, Harold Peshington (Jason Sudeikis). La película no intenta justificar ni excusar sus acciones; más bien, se concentra en la psicología del personaje, explorando su ira, su frustración y su sensación de abandono. Sudeikis ofrece una actuación deslumbrante, transmitiendo con maestría la mezcla de ansiedad, violencia y desesperación de Harold, logrando que el espectador, a pesar de su comportamiento, empaticice con su situación.

La dirección es, sin duda, el punto fuerte de la película. Wright utiliza un ritmo frenético, cortes rápidos y un uso magistral del color para crear una atmósfera única y absorbente. Los créditos que fluyen a lo largo de la película, la banda sonora que alterna entre la música pop de los 80 y la música electrónica moderna, y los efectos visuales creativos no son meras distracciones, sino elementos integrales de la narrativa. El film logra un equilibrio sorprendente entre la comedia y la tensión, alternando secuencias de acción frenéticas con momentos de humor negro sutil y reflexivo. La banda sonora es, en particular, memorable, contribuyendo en gran medida al tono general de la película.

El guion, adaptado de un guion de Simon Pegg y Nick Frost, es inteligente y lleno de detalles. Hay momentos de humor genuino y diálogos ingeniosos, pero también hay pasajes que invitan a la reflexión sobre la obsolescencia, el fracaso y la búsqueda de significado en un mundo cada vez más impersonal. Aunque la trama principal es la del secuestro, el guion explora temas más amplios, como la relación entre padres e hijos, la competencia en el mundo empresarial y la pérdida de identidad. Sin embargo, algunos diálogos pueden sentirse un poco forzados, y la resolución de la trama principal podría haberse sentido más satisfactoria. No obstante, la película funciona mejor como una serie de momentos inolvidables y sorprendentes.

En definitiva, “Harold y su manual de secuestro” es una película que destaca por su originalidad, su ritmo vertiginoso y su dirección creativa. No es una comedia para todos los gustos, pero aquellos que aprecien las películas que rompen con las convenciones y que desafían al espectador serán recompensados con una experiencia cinematográfica única y memorable. Es una película que se queda contigo mucho después de haberla visto.

Nota: 8/10