Harry el ejecutor (1976)

“Harry el Ejecutor” (Man with a Gun, 1971) no es simplemente un thriller policial; es una fotografía cruda y despiadada de la violencia que se ha perdido en muchos westerns modernos y que, por desgracia, resalta la inquietante moralidad presente en la sociedad estadounidense de la época. Clint Eastwood, en su quinta colaboración con leal director de fotografía Joe Dunson, entrega una interpretación de Harry Callahan tan reservada y desapasionada como siempre, pero con un toque palpable de desesperación. Callahan ya no es el héroe reluciente que solemos ver; se le ve como un hombre desgastado por la vida, un lobo solitario atormentado por su pasado y lidiando con la creciente dificultad de aplicar la ley en una ciudad que parece haber perdido la brújula moral.

La película no se enfoca en explosiones grandilocuentes ni persecuciones alucinadas. La tensión se construye lentamente, a través de la atmósfera opresiva de San Francisco, la bruma que se cierne sobre las calles y el peso del silencio. Dunson utiliza la iluminación y el contraste para intensificar la sensación de incomodidad y peligro. La puesta en escena es minimalista, casi austera, lo que refuerza la sensación de aislamiento de Callahan. Lo que sí ofrece la película es una profunda reflexión sobre el impacto de la violencia, no solo en las víctimas, sino también en el perpetrador. Eastwood, por supuesto, es impecable en su interpretación. Su actuación es esencialmente muda, expresada a través de miradas penetrantes, gestos precisos y una evidente fatiga. No intenta ser simpático; simplemente se presenta como la máquina de justicia implacable que es.

El guion, escrito por Bernie Weiss y William Bowers, es notablemente conciso y efectivo. Se centra en la narrativa de un hombre que, impulsado por un sentido de la justicia retorcido, se ve envuelto en un conflicto que le obliga a tomar decisiones moralmente ambiguas. La trama no es particularmente compleja, pero está bien construida y mantiene al espectador enganchado. La amenaza de la "Acción Revolucionaria del Pueblo" se presenta como un movimiento radical y despiadado, pero el verdadero foco de la película reside en el impacto psicológico que la violencia tiene en Callahan. El personaje de Kate Moore, interpretado por Kathryn Grant, es más que una simple compañera; aporta una chispa de humanidad a la ecuación y sirve como un contrapunto al implacable pragmatismo de Callahan. Su relación es sutil, pero significativa, y añade una capa de complejidad a la historia.

Sin embargo, a pesar de sus méritos, “Harry el Ejecutor” no es una película para todos los públicos. Su ritmo lento, su falta de adornos y su mensaje sombrío pueden resultar desalentadores para aquellos que buscan un entretenimiento ligero. No obstante, para los amantes de los thrillers policiales más introspectivos y crudos, es una joya olvidada que merece ser descubierta. Es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 7.5/10