Haz lo que debas (1989)

“Haz lo que debas” (Do the Right Thing) de Spike Lee es, sin duda, una obra maestra del cine independiente y un testimonio visceral de la vida en Bedford Stuyvesant, Brooklyn, a principios de los ochenta. La película no se limita a presentar una colección de personajes; construye un microcosmos complejo y creíble, donde la raza, la clase, la ambición y la violencia se entrelazan en una danza peligrosa. Lee no busca juzgar, sino observar y documentar, permitiendo que el espectador forme su propio juicio sobre las complejidades morales y sociales que se revelan con cada escena.

La dirección de Lee es, simplemente, impecable. Su estilo distintivo, que alterna entre la narrativa lineal y las intercciones callejeras improvisadas, crea una atmósfera de tensión constante. Utiliza planos amplios para mostrar la escala del barrio y los personajes, mientras que se acerca a los rostros, capturando sus expresiones, sus miradas y sus emociones. La película está repleta de momentos icónicos, desde la escena del hot-dog de Sally Blandón hasta el enfrentamiento final en el parque, y cada uno de ellos está ejecutado con maestría y una profundidad emocional innegable. Lee aprovecha al máximo el sonido ambiente del barrio, con el ruido del tráfico, la música de la calle, las conversaciones y los gritos, para sumergir al espectador en la realidad de Bedford Stuyvesant.

El elenco es brillante, con interpretaciones que van desde lo estelar hasta lo extraordinariamente auténtico. Samuel L. Jackson, como Mookie, ofrece una actuación sutil pero poderosa, retratando la evolución de un hombre aparentemente apático hacia una conciencia moral cada vez más profunda. Robin Williams, en un papel sorprendentemente serio, interpreta a Buggin’ Out, un personaje carismático y explosivo que aporta un elemento de humor negro y una representación de la frustración y la ira racial. Y, por supuesto, la actuación de Danny Aiello como Sal, el dueño de la pizzeria, es absolutamente convincente. Cada actor encarna a su personaje con una naturalidad que se siente genuina, elevando la película a un nivel superior.

El guion, co-escrito por Lee, es una maravilla de complejidad social. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones simplistas. En lugar de eso, explora las raíces de la violencia, la discriminación y la desigualdad, mostrando cómo el racismo sistemático y la pobreza pueden erosionar la moral y generar un ciclo de odio. La película es una crítica mordaz a la sociedad estadounidense, especialmente a la hipocresía y la falta de empatía hacia las comunidades marginadas. Lee, sin embargo, no recurre a la moralidad simplista. En lugar de eso, muestra la ambivalencia de los personajes y la dificultad de tomar decisiones morales en un entorno tan hostil. La película, en definitiva, es un retrato poderoso y contundente de la vida en Brooklyn, un lugar de contradicciones, de sueños rotos y de esperanza persistente.

Nota: 9/10