Heartthrob (2017)

“Heartthrob” es una película que se adscribe a la comedia negra con toques de thriller psicológico, un intento que, si bien no logra alcanzar la perfección, ofrece una experiencia visualmente atractiva y, en ocasiones, sorprendentemente inquietante. La dirección de primera de Sasha Rayne, quien anteriormente ha trabajado en cortometrajes, demuestra un control de la cámara y un manejo de la atmósfera que son notables a pesar de su falta de experiencia en largometrajes.

La película se centra en Sam Maddox (interpretada con una vulnerabilidad palpable por Elsie Jones), una joven marcada por el dolor tras la trágica muerte de su padre. Elsie Jones logra transmitir la complejidad de un personaje atormentado por la culpa, la vergüenza y la necesidad de ser aceptada. Su interpretación es el corazón de la película y, con frecuencia, la única razón para seguir enganchado a la trama. La química entre Jones y Noah Davies, quien da vida a Henry Sinclair, es un factor crucial. Davies ofrece una actuación sólida, pero a veces su personaje, Henry, es un tanto unidimensional y carente de matices profundos. La relación entre ambos personajes, inicialmente basada en la atracción y el contraste, se teje con sutileza, creando momentos de tensión y nerviosismo muy efectivos.

El guion, escrito por Rayne y Davies, presenta un planteamiento original y prometedor. La premisa – una chica con mala fama y un chico popular que se enamora – es cliché, pero la película se esfuerza por alejarse de los tropos comunes del género. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, el guion es desigual. Algunas escenas son brillantes y llenas de ingenio negro, mientras que otras se sienten predecibles y lentas. La construcción de la tensión, especialmente en la segunda mitad de la película, es irregular. Hay momentos donde el suspense se construye magistralmente, creando una atmósfera opresiva y perturbadora, pero también hay momentos donde la película se diluye en detalles innecesarios y descripciones excesivas. El uso del simbolismo visual, particularmente relacionado con el agua y la contaminación, es interesante, pero su significado a veces queda ambiguo y no se integra completamente en la narrativa.

La cinematografía, a cargo de Liam O’Connell, es notable. La película está visualmente rica, con una paleta de colores apagados que refleja el estado emocional de Sam. La iluminación es particularmente efectiva, utilizando sombras y contrastes para crear una atmósfera de misterio y paranoia. La banda sonora, compuesta por Amelia Stone, es minimalista y atmosférica, pero a veces se siente un tanto repetitiva. En resumen, "Heartthrob" es una película que vale la pena ver por su ambición y el talento de Elsie Jones, pero que se ve afectada por algunas fallas en el guion y un ritmo irregular. El potencial de la película se ve frustrado por un desarrollo de la trama que no siempre cumple con las expectativas. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la obsesión y las consecuencias del dolor.

Nota: 6/10