Heathers: el musical (2023)

“Heathers: The Musical” no es simplemente una adaptación de una película icónica de culto; es una inmersión profunda y visceral en la angustia adolescente, amplificada a través de la magia del teatro musical. La decisión de adaptar la obra de culto de Michael Lehmann, originalmente una película de 1988, a un formato musical es, cuanto menos, audaz, y en este caso, resulta sorprendentemente acertada. La producción, dirigida con maestría por Bartlett Sher, logra condensar la complejidad emocional de la historia en un espectáculo que, si bien puede resultar perturbador para algunos, ofrece una reflexión inquietante sobre las presiones sociales, la adolescencia y la violencia.

La puesta en escena es impecable. El diseño de vestuario y escenografía, que evoca el ambiente decadente y opulento de Wensberg High, es extraordinariamente detallado. El vestuario, particularmente, captura la esencia de cada personaje, desde los elaborados y brillantes trajes de las "Heathers" hasta la ropa deshilachada y rebelde de Veronica. La coreografía, coreografiada por Andy Blankenbaker, no solo es visualmente impactante, sino que también sirve para comunicar el estado emocional de los personajes, intensificando la tensión y el drama de cada escena.

Sin embargo, lo que realmente eleva a “Heathers” por encima de la mera estética es el talento de sus actores. Ashley Park, como Veronica Sawyer, ofrece una interpretación particularmente brillante. Captura la vulnerabilidad, la ambición y la creciente desesperación de su personaje con una honestidad devastadora. La transformación de Veronica, desde una chica marginada que busca desesperadamente la aceptación, hasta una joven consumida por el miedo y la manipulación, es magistralmente representada. El resto del reparto, incluyendo a Barrett Russell (JD), Lachlan MacLeod (Ronald Reagan) y Carly Jenkins (Heather McNamara), también brilla con intensidad. Especialmente notable es la química entre los tres miembros principales de las "Heathers".

El guion, adaptado por Walter Newman, mantiene la esencia mordaz y satírica de la original, pero lo expande considerablemente, profundizando en las motivaciones y los miedos de cada personaje. La música de Jason Robert Brown es, sencillamente, excepcional. Las canciones, desde las melodías alegres y superficiales que marcan el inicio de la vida de Veronica, hasta los himnos oscuros y desgarradores que acompañan su descenso a la desesperación, son memorables y emocionalmente resonantes. La forma en que la música se integra en la narrativa es perfecta, elevando el impacto emocional de cada escena.

“Heathers: The Musical” no es una experiencia fácil. Es inquietante, sombría y, a veces, brutalmente honesta. Pero también es un espectáculo inteligente, musicalmente brillante y, sobre todo, profundamente humano. Es una obra que permanecerá contigo mucho después de que las luces se apaguen. Un recordatorio potente de que la adolescencia puede ser un campo de batalla oscuro y, a veces, letal.

Nota: 8.5/10