“Helen” es una película que, lejos de buscar la espectacularidad, se instala en la introspección profunda y en la creación de una atmósfera palpable de melancolía y desconcierto. La película, dirigida con delicadeza por Pascual Sempé, no busca ofrecer una solución fácil a la crisis de salud mental, sino que se sumerge en la experiencia compleja de un proceso de recuperación a largo plazo, representado a través de la historia de Helen, una mujer con un talento innato, pero atrapada en el letargo de una depresión severa.
La dirección de Sempé es magistral en su sencillez. Se aleja de los artificios narrativos y visuales que podrían haber disfrazado la fragilidad de la protagonista. En su lugar, se centra en la observación meticulosa de las pequeñas acciones, los gestos silenciosos, las miradas vacías. El uso del espacio, en particular, es efectivo para transmitir el aislamiento y la desorientación de Helen. Las casas vacías, los paisajes rurales, la luz natural y el silencio, todo contribuye a construir una sensación de vacío existencial que refleja la lucha interna de la protagonista. La película se siente como un examen minucioso de los detalles, un retrato honesto y sin concesiones de la realidad de una persona que lucha por encontrar un sentido en su vida.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Toni Collette ofrece una interpretación impecable como Helen. Su trabajo es notablemente sutil y realista. No recurre a dramatismos exagerados; en cambio, se enfoca en transmitir la confusión, el miedo y la desesperación con una autenticidad conmovedora. Es una actuación que se siente profundamente humana, basada en una comprensión profunda del personaje. La química entre Collette y la joven actriz que interpreta a la hija de la familia (Hanna Laslova) es igualmente potente, capturando la incomodidad, la desconfianza y, gradualmente, la conexión que se establece entre ellas.
El guion, adaptado de la novela homónima de Claire Keegan, es conciso y eficiente. La historia se desarrolla a un ritmo pausado, pero nunca se siente aburrido. Sempé, en colaboración con el guionista, explota al máximo la fuerza del texto original, utilizando el diálogo de manera minimalista y priorizando la acción y la mirada del espectador. La ausencia de flashbacks o explicaciones detalladas sobre el pasado de Helen es deliberada y, en última instancia, muy acertada. La película se centra en el presente, en el aquí y el ahora, permitiendo que el espectador interprete y empatice con el personaje a su propio ritmo. El final, abierto y ambiguo, no ofrece respuestas fáciles, sino que deja al espectador reflexionando sobre el futuro de Helen y sobre la naturaleza de la recuperación.
En definitiva, "Helen" es una película que se queda en la memoria. No es una película fácil de ver, ni pretende serlo. Pero su honestidad, su delicadeza y su fuerza emocional la convierten en una experiencia cinematográfica profundamente significativa. Una película que invita a la reflexión sobre la salud mental, la familia y el proceso de encontrar un camino en la vida.
Nota: 8/10