Hellboy (2004)

“Hellboy” (Guillermo del Toro, 2004) no es una película de superhéroes en el sentido tradicional del término. Es, antes bien, una alegoría oscura y profundamente arraigada en el folklore europeo, que toma la figura del “hijo de la oscuridad” y la transforma en un personaje existencialmente complejo y sorprendentemente humano. Del Toro no se preocupa por las elaboradas tramas de acción típicas del género, sino que se enfoca en explorar temas como el aislamiento, la identidad, la ambigüedad moral y el peso del destino.

Ron Perlman ofrece una actuación monumental como Hellboy. Su rostro, marcado por una vida difícil y un pasado trágico, comunica un torbellino de emociones: ira, melancolía, humor negro y, sorprendentemente, vulnerabilidad. Perlman captura a la perfección la dualidad del personaje, mostrando un héroe impulsivo y a menudo imprudente, pero también un alma atormentada que anhela pertenencia y comprensión. Su interpretación es el corazón palpitante de la película, y es gracias a ella que el personaje, a pesar de su apariencia intimidante, logra generar una conexión genuina con el espectador.

La dirección de Del Toro es magistral. El uso de la iluminación, a menudo sombría y opaca, crea una atmósfera inquietante y surrealista que se alinea perfectamente con la naturaleza oscura de la historia. Los efectos especiales, que en su momento fueron innovadores, no son el foco principal, sino que se integran de forma orgánica en la narrativa y contribuyen a la atmósfera general. Del Toro evoca a menudo imágenes de cuentos de hadas oscuros, como los de los Hermanos Grimm, y la película respira un aire de fantasía gótica que la distingue de otros productos del género.

El guion, adaptado de la novela de Mike Mignola, es lo más débil de la película. Si bien se centra en el desarrollo del personaje y la construcción de un mundo rico en detalles, a veces se pierde en descripciones excesivas y detalles innecesarios. Las secuencias de acción, aunque visualmente impresionantes, carecen de ritmo y, a menudo, se sienten forzadas. Sin embargo, las diálogos, en su mayoría ingeniosos y con un tono ácido, logran añadir profundidad al personaje de Hellboy y sus relaciones.

La presencia de Karel Roden como Grigori Rasputín es particularmente memorable. Su interpretación es sutil pero efectiva, aportando un elemento de misterio y peligro al personaje del diablo. El Profesor Broom, interpretado por John Hurt, ofrece una visión cansada y pragmática del mundo de lo paranormal, complementando la personalidad atormentada de Hellboy. La película, en su conjunto, es un ejercicio de imaginación visual y un homenaje al cine de terror clásico. Aunque el guion no es perfecto, la actuación de Perlman, la dirección de Del Toro y la atmósfera opresiva y gótica de la película la convierten en una experiencia cinematográfica única.

Nota: 8/10