Herbie en el Grand Prix de Montecarlo (1977)

“Herbie en el Grand Prix de Montecarlo” es una joya inmaculada, un ejemplo de lo que mejor puede hacer el cine de animación para niños, pero también, sorprendentemente, un entretenimiento valioso para adultos que buscan una escapada ligera y refrescante. La película, aunque aparentemente simple en su premisa, despliega una narración inteligente y llena de sorpresas que superan con creces las expectativas generadas por su apariencia colorida y desenfadada. La historia no se centra en un héroe o una heroína tradicional, sino en un coche, un coche con alma, que se ve envuelto en una aventura que va más allá de las competiciones automovilísticas.

La dirección de Joe Wright es meticulosa y visualmente impactante. Montecarlo, con su elegancia y glamour, se convierte en un personaje más en la pantalla, y la película captura a la perfección la atmósfera vibrante y la opulencia de la ciudad. Las secuencias de carreras son dinámicas y llenas de acción, pero la película no se limita a mostrarlas como un simple eslogan de acción. Se presta atención a los detalles, a los efectos visuales y al ritmo, creando un espectáculo que es a la vez emocionante y visualmente atractivo. La banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, es esencialmente perfecta para este tipo de aventura, elevando la tensión y la emoción en los momentos clave.

Las voces del reparto es, en general, sólida. Bryan Cranston aporta una calidez y un humor bien calibrados al papel del mecánico, mientras que Michael Caine, como siempre, ofrece un encanto innegable. Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en la interpretación de John Boyega, que le da a Herbie un carácter vibrante y entrañable. No es solo un coche, es un protagonista con personalidad propia, capaz de mostrar humor, valentía y, en ocasiones, hasta cierta ingenuidad. La química entre los personajes es palpable, especialmente entre Herbie y el joven protagonista, creando una relación conmovedora que está en el centro de la historia. La película no teme a la emotividad, mostrando momentos genuinos de conexión y amistad que contrastan con la acción y el humor.

El guion, a menudo subestimado en el cine para niños, aquí se muestra sorprendentemente sofisticado. No se basa en clichés o en chistes fáciles, sino que presenta una trama con giros inesperados y personajes bien desarrollados. La historia de los ladrones de joyas, aunque relativamente breve, sirve como un elemento de tensión y aventura que complementa la trama principal. La película también aborda sutilmente temas como la amistad, la perseverancia y la importancia de la honestidad, sin caer en sermones moralizantes. El guion explota al máximo la capacidad de Herbie para interactuar con el mundo, creando situaciones cómicas y emotivas que resultan muy agradables. Es una película que sabe entretener y, al mismo tiempo, dejar un mensaje positivo.

Nota: 8/10