“Herbie, torero” es una propuesta cinematográfica que, a pesar de contar con la nostalgia de un ícono de la automovilística, no logra despegar del todo. La película, dirigida por David Ireland, apuesta por una trama sencilla y un ambiente tropical que, aunque visualmente agradable, queda eclipsado por una ejecución que se siente ligeramente apresurada y carente de profundidad.
La película se centra en Pete y Davie, dos jóvenes estadounidenses que, tras la muerte de su tío, se ven obligados a viajar a México para encargarse del legado automovilístico. La llegada a Puerto Vallarta establece un ambiente vibrante y colorido, con escenas que, en su conjunto, logran captar la atmósfera mexicana de forma efectiva. Sin embargo, la historia se complica abruptamente con la repentina aparición de Paco, un niño de diez años que se convierte en el catalizador de los acontecimientos. Esta introducción, aunque sirve para generar cierta tensión, se siente forzada y, en última instancia, no se integra plenamente en el desarrollo de la narrativa.
La dirección, aunque visualmente competente, no alcanza el nivel de innovación esperado. Se aprecia una buena atención al detalle en la recreación de Puerto Vallarta, pero la puesta en escena a veces se siente un poco superficial, carente de la emoción y el dinamismo que se esperarían en una película sobre carreras de coches. La película se centra más en la estética del lugar que en la emoción de la competencia.
Las actuaciones son notables, especialmente la del joven Diego Cadena como Paco. Su interpretación es convincente y le da un toque de autenticidad a un personaje que podría haber sido caricaturesco. Las actuaciones de los actores principales, Paul Walker (en su última aparición en la gran pantalla) y Matt Dillon, son correctas, aunque quizás no están a la altura de sus roles. Walker, en particular, aporta una presencia imponente que, lamentablemente, no se explora plenamente en la trama.
El guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Se siente confuso, con diálogos a menudo poco naturales y una trama que se desarrolla a un ritmo desigual. Se introducen elementos de suspense y crimen que, aunque prometedores, no llegan a desarrollarse de forma satisfactoria. La gestión del personaje de Paco, en particular, resulta confusa; se le presenta como un ladrón astuto, pero su motivación y su papel en la historia son poco claros.
En resumen, "Herbie, torero" es una película agradable para una tarde de cine, especialmente para aquellos que conocen la saga de Herbie. Sin embargo, su guion inconsistente y la falta de profundidad emocional la convierten en una experiencia cinematográfica olvidable. La nostalgia por el coche de carreras es innegable, pero la película no logra trascender su premisa inicial y entregar una historia que realmente enganche al espectador. Se espera más de una película con la presencia de un icono como Herbie.
Nota: 6/10