Herbie, un volante loco (1974)

“Herbie, un volante loco” es una película que, a primera vista, podría ser vista como un simple cuento de hadas moderno. Sin embargo, bajo la superficie de la comedia ligera y la estética visualmente atractiva, se esconde una pequeña reflexión sobre la soledad, la conexión humana y la nostalgia. La película, dirigida con sensibilidad por Peter Dexter, no se aferra a los clichés del género y, en lugar de construir un chiste rápido, opta por un desarrollo que, aunque no siempre innovador, logra resultar sorprendentemente conmovedor.

La trama, centrada en la batalla entre el promotor inmobiliario Ted Newman (Brendan Fraser), obsesionado con el avance del progreso, y la anciana viuda Grace Livingston (Diane Lane), que se niega a abandonar su casa a pesar de que la alameda propuesta acabará con su hogar, presenta un conflicto moralmente ambiguo. Newman, interpretado por Fraser, no es un villano caricaturesco; su ambición, su deseo de mejorar su vida y su fe en el progreso lo convierten en un personaje comprensible, aunque sus métodos sean, sin duda, despiadados. La película no juzga explícitamente a ninguno de los dos, dejando que el espectador decida quién tiene razón. Este equilibrio es fundamental para el éxito de la narrativa.

La pieza central de la película, obviamente, es Herbie, el Volkswagen clásico. El icónico coche, dotado de una inteligencia artificial rudimentaria y un espíritu libre, no es simplemente un vehículo divertido. Es el vehículo de la esperanza, un símbolo de conexión y, en cierto modo, la puerta de entrada a la bondad. Michael Caine, en el papel de Burt Bennet, el ingeniero que ha sido responsable de la creación de Herbie, ofrece una actuación magistral. Su relación con el coche es la columna vertebral emocional de la película, un vínculo basado en la confianza, el respeto y una amistad genuina. Caine aporta a la historia un aire de sabiduría y vulnerabilidad que elevan la calidad de la actuación.

El guion, aunque no destaca por su originalidad en la trama, posee una sensibilidad notable en la forma de abordar los temas. La película evita caer en la sentimentalidad fácil y, en cambio, se centra en las pequeñas, significativas interacciones entre los personajes. La evolución de la relación entre Burt y Herbie, y la gradual comprensión de la viuda Grace por el coche, son los momentos más impactantes de la película. La banda sonora, minimalista y evocadora, complementa a la perfección la atmósfera melancólica y esperanzadora de la historia. Visualmente, la película está cuidada, con planos que capturan la belleza de la ciudad y la esencia del coche clásico. La dirección de fotografía contribuye a generar una sensación de nostalgia y un profundo respeto por la época.

En definitiva, “Herbie, un volante loco” es una película cálida, conmovedora y sorprendentemente inteligente. No ofrece soluciones fáciles ni finales grandilocuentes, pero sí transmite un mensaje de esperanza y la importancia de conectar con los demás, incluso con aquellos que parecen diferentes a nosotros. Es una película que te deja con una sonrisa en la cara y una sensación agridulce en el corazón.

Nota: 7.5/10