Hermanas (1972)

“Hermanas” no es una película que te deje indiferente, ni en el mejor de los casos ni en el peor. Más bien, es una experiencia visceral que se instala en la mente y, a menudo, te deja con una sensación de incomodidad persistente, una disonancia que requiere tiempo para procesar. La película, dirigida por Alice Wu, aborda con delicadeza, pero con una intensidad brutal, el tema de la identidad, la discapacidad y la complejidad de las relaciones familiares, y lo hace con una sutileza que resulta perturbadora. Wu no opta por el melodrama barato o la confrontación explícita, sino que construye la tensión a través de pequeños detalles, miradas y silencios cargados de significado.

La película se centra en June, interpretada magistralmente por Awkwafina, y su hermana gemela, Mei, interpretada por Sandra McLeod. La premisa de las hermanas siamesas, con la separación quirúrgica como catalizador de sus diferencias, es la base para explorar cómo la física, literalmente, puede influir en la psique. June, la hermana 'normal', se muestra cautelosa, incluso asustada, por las excentricidades de Mei, y la película explora este miedo a las diferencias, el miedo a lo desconocido. Esta incomodidad no es presentada como una simple diferencia de carácter; es un reflejo de nuestras propias inseguridades y de nuestra incapacidad para comprender a aquellos que son fundamentalmente diferentes a nosotros. Awkwafina, en particular, aporta una gran sutileza a su personaje, transmitiendo tanto la dulzura de June como la creciente inquietud y la angustia por la presencia de Mei. La actuación de McLeod es igualmente impresionante, representando la inestabilidad emocional y el caos interno de Mei con una intensidad convincente.

El guion, coescrito por Alice Wu y Greg Wu, es el corazón de la película. Evita los clichés y los juicios simplistas. No busca excusar o condenar a Mei. Más bien, se enfoca en cómo el mundo, y especialmente las expectativas sociales, pueden contribuir a la desestabilización de un individuo que ya se encuentra en una situación excepcional. La película aborda con inteligencia las implicaciones éticas y emocionales de la separación quirúrgica, sin recurrir a soluciones fáciles. La historia se desarrolla con un ritmo pausado que permite que la tensión se acumule de forma orgánica, creando una atmósfera de constante aprehensión. Aunque el final es ambiguo, no ofrece respuestas fáciles y deja al espectador con la sensación de que la verdadera complejidad de la historia radica en la falta de soluciones predefinidas.

La cinematografía, aunque discreta, es efectiva para crear la atmósfera de inquietud. El uso de la luz y la sombra, combinado con la música sugestiva, contribuye a generar una sensación de opresión y fragilidad. La dirección de fotografía, en general, es utilizada de forma inteligente para resaltar las emociones y los pensamientos de los personajes. La película, a pesar de su temática delicada, es un ejemplo de cómo el cine puede abordar temas complejos y desafiantes con sensibilidad y inteligencia. Es una película que requiere un espectador dispuesto a conectar con la historia sin juzgarla, y que ofrece una reflexión profunda sobre la naturaleza humana y las limitaciones de nuestra comprensión.

Nota: 8/10