High Strung (2016)

“High Strung” es una comedia dramática sorprendentemente vibrante que no teme desafiar las convenciones del género y, para ser honesto, me ha dejado pensando durante horas después de verla. La película, dirigida por Jim Jarmusch, no se preocupa por buscar la grandilocuencia ni el sentimentalismo gratuito, optando por un retrato honesto y divertido de dos personajes en conflicto, unidos por un improbable encuentro en el bullicioso paisaje de la ciudad de Nueva York. Jarmusch logra crear una atmósfera muy particular, un ambiente de anhelo y de tensión contenida que impregna cada escena. La película no es especialmente compleja narrativamente, pero esa sencillez es precisamente lo que la hace tan efectiva, permitiendo que la dinámica entre Rudy y Johnnie se centre en lo esencial: el choque de culturas, la búsqueda de significado y la necesidad de conectar con alguien que entienda tu forma de ser.

La dirección de Jarmusch es notablemente sutil. Evita el melodrama y se enfoca en la puesta en escena, en los detalles visuales que contribuyen a la sensación de desorientación y de alienación. Las escenas en el metro, por ejemplo, son magistrales en su composición y en la forma en que capturan la energía caótica y la melancolía de la vida urbana. El uso del blanco y negro intensifica la estética, dándole una apariencia vintage, casi documental, que se complementa a la perfección con la historia. Además, Jarmusch introduce un ritmo deliberadamente lento, lo que obliga al espectador a prestar atención a cada diálogo, a cada mirada, a cada gesto. Es una película que exige paciencia y una disposición a perderse en sus pequeños detalles.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Nicolas Cage, en un papel que claramente le ha salido a relucir, ofrece una interpretación excepcional. Rudy Adams es un personaje que podría haber sido caricaturesco, pero Cage le inyecta una autenticidad y una vulnerabilidad que lo hacen tremendamente simpático. Su encarnación de una bailarina con disciplina clásica, buscando su lugar en el mundo, es cautivadora. Dan Stevens, por su parte, aporta una elegancia y una ternura a Johnnie Blackwell. La química entre ambos actores es palpable, y la tensión entre sus personajes, basada en el respeto y la incomodidad, es divertida y genuina. Stevens, en particular, se atreve a mostrar la fragilidad y el anhelo de su personaje, ofreciendo una interpretación que va más allá de lo que la trama requiere.

El guion, coescrito por Jarmusch y Aaron Katz, es directo y eficiente. Se centra en el desarrollo de la relación entre Rudy y Johnnie, explorando sus diferencias y, al mismo tiempo, descubriendo puntos en común. No hay un mensaje moralizante o una lección de vida pretendidamente explicativa. La película simplemente observa, documenta y sugiere. El diálogo, a menudo sutil e inteligente, captura la esencia de la búsqueda individual y el deseo de pertenencia. Es una película sobre encontrar tu voz, sobre aceptar tus propias peculiaridades y sobre la belleza de las conexiones inesperadas. “High Strung” es, en definitiva, una pequeña joya del cine independiente que merece ser descubierta.

Nota: 8/10