Himala (1982)

“Himala” (Milagro) no es simplemente una película religiosa; es una inmersión profunda en la psique de una comunidad atrapada entre la tradición y la modernidad, y una meditación sobre la naturaleza de la fe y la esperanza. Dirigida por Filipino Ishaan, la película, protagonizada con una magistral interpretación de Nora Aunor, se adentra en los paisajes y las costumbres de un pueblo remoto de las Filipinas, donde la vida transcurre a un ritmo pausado, teñida de creencias ancestrales y una conexión espiritual con la Virgen María. Aunor, una leyenda del cine filipino, ofrece una actuación sutil pero poderosa, transmitiendo la vulnerabilidad, la determinación y la creciente confusión de Elsa, la huérfana que se convierte en el centro de una fascinación incontrolable.

La película no se conforma con presentar un milagro literal. En cambio, explora la *creencia* en el milagro, la manera en que las personas buscan un significado en la inexplicable. Las visiones de Elsa no son mostradas como eventos sobrenaturales espectaculares, sino más bien como síntomas de una profunda empatía y un deseo genuino de aliviar el sufrimiento. La película se presta a una reflexión sobre cómo la fe puede manifestarse de maneras diversas, y cómo la esperanza, a menudo nacida de la desesperación, puede influir radicalmente en las vidas de las personas.

El guion, a pesar de su aparente sencillez, es sorprendentemente complejo. La trama se construye lentamente, permitiendo que la relación entre Elsa y la comunidad se desarrolle con naturalidad. La inclusión de personajes secundarios, como el ambicioso documentalista (Spanky Manikan) que busca una historia impactante, y la anciana lugareña (Vangie Labalan) que ejerce un poder sutil pero significativo, añaden capas de significado a la narrativa. La película no juzga ni critica las creencias de los personajes, sino que se limita a observar y a mostrar las consecuencias de la fe en acción.

La dirección de Ishaan es particularmente efectiva en la creación de una atmósfera opresiva pero también cálida. El paisaje montañoso, con sus colores terrosos y su clima húmedo, se convierte en un personaje más, reflejando la intensidad emocional de la historia. La fotografía, a menudo enfocada en los rostros de los personajes, captura la tristeza, la esperanza y el asombro que se sienten en el pueblo. La banda sonora, con melodías tradicionales filipinas, refuerza la conexión con la cultura local y contribuye a la sensación de autenticidad.

Si bien algunos podrían encontrar el ritmo pausado y la falta de grandes espectáculos ligeramente lento, "Himala" es una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que te obliga a detenerte, a reflexionar y a preguntarte qué significa realmente creer. La película es un triunfo del cine documental y narrativo, una exploración de la fe y la esperanza que perdura mucho después de que los créditos han terminado.

Nota: 8/10