Historias de fantasmas (2018)

“Historias de Fantasmas” (Ghost Stories), dirigida por Robin Hardy, no es un clásico del terror de los 80 que se ofrezca a ser consumido por el recuerdo con la simpleidad de un cassette deteriorado. Más bien, es una película que ha resistido el paso del tiempo gracias a una atmósfera inquietante y a un guion que, a pesar de su aparente sencillez, se revela con una elegancia sorprendente. Hardy, a diferencia de sus contemporáneos, no recurre a sustos baratos o gore, sino que construye una sensación de malestar sutil pero persistente, que se va entrelazando a medida que avanza la película.

La trama, centrada en la investigación de un profesor escéptico sobre tres sucesos paranormales, es sorprendentemente efectiva. Phillip Goodman, interpretado con una precisión glacial por Donald Sutherland, no es el típico detective resolutivo. Su escepticismo lo convierte en un protagonista interesante, un hombre que lucha contra sus propios miedos al mismo tiempo que intenta desmentir la existencia de lo sobrenatural. Sutherland consigue transmitir la creciente angustia de Goodman, a medida que las pruebas que recopila lo llevan a cuestionar su propia cordura. La dirección de Hardy se centra en crear una tensión psicológica, utilizando la cámara de manera discreta y enfocándose en las expresiones de los personajes. Las escenas nocturnas son particularmente impresionantes, logrando un ambiente opresivo y claustrofóbico, incluso en los exteriores.

El reparto es fundamental para el éxito de la película. Helen Mirren, en un papel relativamente modesto, ofrece una interpretación memorable como la mujer perturbada por la presencia fantasmal. El actor que interpreta al joven, Michael Anderson, añade una capa de vulnerabilidad y desesperación a la trama, representando el miedo de la inocencia a la invasión de lo inexplicable. Sus interacciones son sólidas y contribuyen a la sensación de que la amenaza es real y palpable. El director, Hardy, utiliza el casting con inteligencia, entendiendo que la credibilidad de los personajes es tan importante como el desarrollo de la trama.

El guion, coescrito por Hardy y Julian Fellowes, se beneficia de una concisión y un ritmo cuidadosamente equilibrado. Evita las explicaciones innecesarias y se centra en las consecuencias emocionales de los sucesos. La película se apoya en la sugestión y en la ambigüedad. A menudo, lo que se ve y se oye es más aterrador que lo que se explica directamente. La historia no necesita de trucos visuales sofisticados para generar miedo; el poder de la imaginación del espectador es suficiente. El final, en particular, es un ejemplo magistral de cómo sugerir más de lo que se muestra, dejando al espectador con una sensación de inquietud persistente y una reflexión sobre la naturaleza de la realidad.

En definitiva, “Historias de Fantasmas” es una película de terror inteligente y atmosférica que se sitúa a la altura de las mejores obras del género. No busca asustar con efectos especiales, sino que se vale de la sugestión, la ambigüedad y un sólido trabajo actoral para crear una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una joya oculta que merece ser redescubierta.

Nota: 8/10