“Historias del Kronen” no es simplemente una película; es una experiencia sensorial que te sumerge en una Barcelona de principios de los 90 vibrante, caótica y profundamente auténtica. Dirigida por Alauda Cano y Jon Gras, la película se ancla en la historia real del Kronen, un bar de la Plaza de Catalunya que se convirtió en un punto de encuentro para la contracultura y la marginalidad. Pero más allá de su contexto histórico, la película se erige como una crónica de noches, de impulsos desenfrenados y de la búsqueda de la libertad en un entorno donde las reglas no existen.
La película se centra en una banda de jóvenes, aledaños a Carlos, interpretado con una energía desbordante por Juan Diego Botto. Botto no solo encarna la rebeldía juvenil, sino que la transmite con una vulnerabilidad que humaniza al personaje. Su mirada, a menudo desafiante pero también llena de anhelo, es el eje central de la narrativa. Las actuaciones del resto del elenco son igualmente sólidas, especialmente María Morales como Elena, la joven que introduce a Carlos a un mundo de experiencias extremas. La química entre los actores es palpable, contribuyendo a que las interacciones en el bar, que a veces son francas y otras veces cargadas de tensión, sean increíblemente convincentes.
Lo que realmente distingue a “Historias del Kronen” es su dirección. Cano y Gras utilizan un estilo visual directo, casi documental, que permite al espectador sentir la intensidad de esas noches. La cámara a menudo se encuentra en primera persona, sumergiéndonos en el caos y la improvisación de los eventos. La fotografía, con predominio de tonos apagados que evocan la atmósfera nocturna de la ciudad, es elegante y precisa. Sin embargo, la película no se queda en la mera recreación de la época. La dirección se beneficia de un tratamiento narrativo no lineal, tejiendo las diferentes experiencias de los personajes en una estructura temporal fragmentada. Esto, si bien puede resultar desorientador para algunos espectadores, contribuye a la sensación de estar presenciando la sucesión de momentos como si fuera un relato oral, transmitido de boca en boca.
El guion, aunque carente de diálogos grandilocuentes, es efectivo en su minimalismo. No necesita explicaciones ni justificaciones para la conducta de los personajes. La fuerza de la película reside en la sugerencia, en la demostración de sus acciones. La historia no se centra en lo que sucede, sino en cómo se siente. La película no juzga a sus personajes, simplemente los observa, documentándolos con una honestidad brutal. La ambientación del Kronen, lejos de ser meramente decorativa, se convierte en un personaje más, un lugar cargado de historia y de un espíritu de libertad que resuena con el espectador. Es una película que nos obliga a cuestionar las normas sociales y a reflexionar sobre nuestros propios límites.
A pesar de algunas posibles lagunas en la trama y quizás un ritmo que no satisfaga a todo el mundo, “Historias del Kronen” es un logro cinematográfico que merece ser visto. Es una película que te atrapa desde el primer momento y que te deja con una sensación de inquietud y de fascinación.
Nota: 8/10