Holy Ghost People (2013)

“Holy Ghost People” no es una película que se olvida fácilmente. Es una experiencia visceral, un descenso lento y perturbador a las entrañas de una tradición religiosa corrompida y de un paisaje natural imponente y amenazante. La dirección de la dupla compuesta por David Bruckner y James Wheildon es magistral, no en el sentido de ofrecer espectáculos visuales grandilocuentes, sino en la construcción de una atmósfera opresiva y cargada de presagio desde el primer minuto. La película se basa en la idea de lo desconocido, en lo que se esconde tras la fachada de la fe, y lo logra con una sutileza que resulta mucho más efectiva que cualquier intento de asustar con efectos especiales.

El guion, adaptado de un relato de Luke Goeta, es inteligente y se centra en la psicología de la protagonista, Evelyn (Anya Taylor-Joy), una joven cuya desesperación por encontrar a su hermana desaparecida la lleva a un rincón remoto de los Apalaches. La película no se limita a narrar una búsqueda; explora las consecuencias psicológicas de la pérdida, el trauma y la vulnerabilidad. La trama, inicialmente sencilla, se complica gradualmente, revelando secretos oscuros y una red de manipulaciones que desafían cualquier noción de realidad. Bruckner y Wheildon manejan el ritmo con precisión, construyendo la tensión lentamente, permitiendo que el espectador se sumerja en la angustia de Evelyn y en la inquietante atmósfera que la rodea.

Anya Taylor-Joy ofrece una actuación sobresaliente. Su Evelyn es una joven marcada por el dolor, la fragilidad y una creciente paranoia. La actriz transmite la desesperación, la duda y el miedo de manera impecable, logrando que el espectador se identifique con su lucha. El resto del elenco, incluyendo a la interprete de la matriarca del culto, la talentosa Rebecca Root, también cumplen su cometido, aportando personajes complejos y con motivaciones ambiguas. Sin embargo, la película no necesita de grandes actuaciones espectaculares; la fuerza del guion y la dirección son suficientes para crear un impacto duradero.

La cinematografía, realizada por Jasper Wolf, es fundamental para el éxito de la película. Las tomas panorámicas de los Apalaches, con su inmensidad y su belleza salvaje, contribuyen a la sensación de aislamiento y vulnerabilidad. La iluminación, con frecuentes contrastes entre la luz y la sombra, refuerza la atmósfera de misterio y amenaza. Además, la banda sonora, de Max Richter, es inquietante y evocadora, complementando la visual y sonora la experiencia cinematográfica de una manera efectiva. La película no se limita a mostrar lo macabro; explora la relación entre la fe, la naturaleza y el destino, planteando preguntas sobre la moralidad y la redención. Es una obra que invita a la reflexión, no solo por su trama perturbadora, sino por su capacidad para provocar inquietudes profundas.

Nota: 8/10