Hombre (1967)

“Hombre” (Man) de Harvey Keitel no es una película que te enamore a primera vista. Es una experiencia visceral, austera y, francamente, desconcertante. Keitel, quien también dirige, ha optado por una cinta que se construye sobre la lente de la supervivencia, el aislamiento y la redefinición de la humanidad, ofreciendo un retrato crudo y sin adornos del Viejo Oeste, mucho más oscuro y menos heroico de lo habitual.

El film se centra en John Russell, interpretado con una intensidad silenciosa y magnética por Harvey Keitel. Russell no es un pistolero, un forajido o un hombre de acción. Es un hombre marginado, producto de un pasado que lo ha convertido en un paria tanto para la sociedad blanca como para la tribu nativa americana que lo crió. Su pasado no es explicado de forma directa, sino que se revela a través de miradas, gestos y la forma en que interactúa con el mundo. Esta ambigüedad es fundamental para entender la película: ¿es un salvaje? ¿Es un hombre decente atrapado en circunstancias desesperadas? Keitel no nos lo dice, y eso es precisamente lo que lo hace tan inquietante.

La dirección de Keitel es magistral, no se enfoca en la acción espectacular, sino en la atmósfera. Las largas tomas, la fotografía desaturada y el uso minimalista del sonido contribuyen a crear una sensación de tensión constante. La película se mueve a un ritmo deliberado, permitiendo que el espectador absorba la soledad y la desesperación de Russell. El paisaje árido y vasto del desierto de Nevada se convierte en un personaje más, testigo silencioso de la lucha por la supervivencia. La cinematografía, a cargo de Gordon Lattanzio, es particularmente brillante, jugando con la luz y la sombra para intensificar la sensación de peligro inminente.

Las actuaciones son sólidas en todo el equipo. Richard Harris, como el sheriff local, ofrece un personaje frío y pragmático, un hombre atrapado entre su deber y su conciencia. La relación entre Russell y los miembros de la diligencia, cada uno con sus propios secretos y motivaciones, es tensa y llena de desconfianza. Especialmente, la interpretación de Frank Wolff (Ben Johnson), un hombre anciano y amargado, es memorable, representando una visión pesimista de la condición humana.

Si bien la trama es sencilla – un ataque de bandidos – lo que realmente distingue a “Hombre” es su enfoque en la psicología de sus personajes y su exploración del concepto de “humanidad”. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. Más bien, presenta una imagen perturbadora y realista de la supervivencia, mostrando cómo las circunstancias pueden forjar y deformar la identidad de un hombre. La película no busca entretener, sino provocar, cuestionar y dejar al espectador reflexionando sobre la naturaleza de la violencia, la moralidad y el significado de pertenecer. Es una experiencia cinematográfica intensa y duradera, que se queda con el espectador mucho después de que los créditos han terminado.

Nota: 7/10