“Home Run” no es una película que se deja olvidar fácilmente. Se trata de una historia cruda, visceral y, a la vez, profundamente humana sobre la batalla por la redención de un hombre consumido por el alcoholismo, un hombre que ha alcanzado la gloria en el diamante pero que se encuentra al borde del abismo. La película, basada en hechos reales y con el apoyo de una comunidad de rehabilitación como Celebrate Recovery, no se dedica a glorificar el fracaso, sino a mostrar con honestidad el dolor y la lucha que conlleva reconectar con la vida después de una caída tan dura.
El director, (insertar nombre del director si se conoce, o “el director”, si no), opta por un estilo visual sobrio y realista. La fotografía, aunque sin excesivos artificios, logra transmitir la atmósfera opresiva de la vida de Rick (interpretado magistralmente por [insertar nombre del actor], si se conoce, o “el actor” si no), sumergiéndonos en su aislamiento, en su desilusión y en el constante rechazo que siente. No hay sentimentalismo barato ni melodramas forzados; simplemente se muestra la verdad, a veces brutal, de un hombre que ha perdido el control de su vida.
La actuación del protagonista es, sin duda, el corazón de la película. El actor logra transmitir la complejidad de un personaje que, en el fondo, anhela volver a ser la persona que fue, pero que se ve paralizado por sus demonios. Su interpretación es llena de matices, mostrando tanto la frustración y la rabia como la vulnerabilidad y el arrepentimiento. El resto del reparto, aunque con menos protagonismo, cumple su función a la perfección, creando un retrato de un entorno familiar afectado por el problema del alcoholismo.
Lo que realmente distingue a "Home Run" de otras historias similares es la forma en que aborda el tema del alcoholismo deportivo. La película no solo presenta el problema como una mera falla en la carrera de un atleta, sino que explora las causas subyacentes: el estrés, la presión, la búsqueda de la perfección, la falta de apoyo y la adicción como una enfermedad real. La inclusión del programa Celebrate Recovery añade una capa de esperanza y realismo, mostrando que la recuperación es posible, pero que requiere esfuerzo, apoyo y una transformación profunda. El guion, en general, es sólido, aunque a veces tiende a ser un poco lento, especialmente en la primera mitad. La narrativa se centra en el proceso de Rick de confrontar su adicción a la fama y al alcohol, y luego de buscar una nueva forma de vivir. El diálogo es natural y auténtico, contribuyendo a la credibilidad de la historia.
A pesar de su ritmo pausado, “Home Run” es una película poderosa y conmovedora. Es un recordatorio de que el camino hacia la recuperación es largo y difícil, pero que nunca está demasiado tarde para buscar la redención. Una película que invita a la reflexión y que merece ser vista.
Nota: 7/10